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La crucifixión

Eran dos bandos perfectamente identificados y, a estas alturas enfrentados, los que se disputaban el éxito o el fracaso de la consulta de revocación de mandato el domingo 10 de abril, en Baja California.

Eran dos bandos perfectamente identificados y, a estas alturas enfrentados, los que se disputaban el éxito o el fracaso de la consulta de revocación de mandato el domingo 10 de abril, en Baja California.

No se crea que era Morena y los partidos opositores, o los seguidores del presidente, AMLO contra sus adversarios; no, eran el grupo de la gobernadora, Marina del Pilar Ávila Olmeda y el del ex mandatario estatal, Jaime Bonilla.

Los días previos a la jornada dominical velaban armas y unos trataban de que fuera la población a votar, mientras el otro grupo se echaba a la hamaca y hasta bloqueaba la posible participación.

No había promoción de su parte, ni ninguna intención de movilizar a los funcionarios municipales que dependían de ellos, sobre todo en Tijuana y Ensenada.

Vaya situación la que se presentaba en BC con el fantasma de la posible escasa participación ciudadana en la consulta de la revocación de mandato, algo que se veía venir dado que la entidad siempre ocupaba los peores lugares en participación, aún en las elecciones constitucionales.

La gobernadora, Marina del Pilar Ávila Olmeda se aventaba con todo en las redes sociales para enviar un mensaje al presidente que no le importaba las denuncias ante el INE, ni mucho menos la confrontación con el organismo electoral, con tal de motivar la participación de la población, la cual no llegó en las cantidades ofrecidas y requeridas, se quedó en poco más de 13 por ciento.

Era evidente que su oponente o adversario, Jaime Bonilla intentaría capitalizar esa baja votación.

Los operadores visibles del grupo, como el caso del diputado, Marco Blasquez, lo hacía a través de sus publicaciones en Facebook. Cuando en la noche del domingo los resultados marcaban una tendencia de tan solo poco más del 10 por ciento de participación ciudadana en el ejercicio político, el legislador exigía explicaciones y decía que la gobernadora tenía que asumir el fracaso por ser el peor estado de Morena.

Aunque también del lado de Marina del Pilar tendieron la cama y se movieron en el centro del país que pese al boicot de Bonilla no les había ido mal.

Había votado el 13.2 por ciento, es decir, 356 mil 268 ciudadanos.

Hubo una cantidad cercana de votos de los que obtuvo el ex gobernador en el 2019 con todo un aparato, casillas al cien por ciento, promoción de la jornada electoral, con pre y campañas, debates y una contienda real en donde había varios candidatos, lo cual sin lugar a dudas levantaba mayor participación ciudadana.

Una participación baja la que se tuvo el 10 de abril, en comparación con otros estados morenistas, pero la votación de más de 356 mil personas, les permite a las autoridades estatales pensar que podrían sacar con ese capital político unas intermedias y hasta una futura gubernatura.

Con esa votación sale un gobernador, dicen, considerando que Bonilla tuvo poco más de 380 mil votos, en condiciones radicalmente más favorables a las tenidas en la consulta ciudadana.

Este ejercicio dejó además varias enseñanzas a la gobernadora, se percató de que hay funcionarios estatales de los primeros y segundos niveles que ni siquiera salieron a votar el domingo pasado, desdeñando dicho proceso.

Dicha situación le enseñó con quien cuenta y con quien de plano no puede hacer equipo.

Se esperaba una semanita de viacrucis y hasta crucifixión para el grupo político en el poder, por la baja participación, pero la cantidad final del voto por voto les permitió la resurrección, a la espera de nuevas batallas, no contra la oposición externa, sino la interna.

La verdad sea dicha.

* La autora es directora del portal MF Noticias Mexicali.

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