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La Intolerancia de Nuestras Libertades

Creo profundamente en las libertades del ser humano y que sus límites no deben de ser otros que la afectación que su ejercicio pueda causarle a otro.

“Somos lo que Hacemos”.

Creo profundamente en las libertades del ser humano y que sus límites no deben de ser otros que la afectación que su ejercicio pueda causarle a otro, por ello sostengo que el Estado no tiene más obligación que advertirnos respecto a las consecuencias de nuestros actos en relación con el libre ejercicio de nuestra autodeterminación.

Vivimos una época en la que nunca antes en la historia de la humanidad el ser humano ha disfrutado de las libertades que hoy tenemos; confundimos nuestro estado libertario con la cotidianidad en la que se desarrolla, damos por un hecho que nuestra libertad de culto, de educación, de credo, de trabajo, de libre ejercicio de nuestra sexualidad, de asociación política nos son consustanciales cuando las mismas son una excepción en la historia del ser humano, hace tan solo unos años algunas de ellas eran impensables; no nos detenemos a meditar que durante prácticamente toda la historia de la humanidad el hombre ha sido sujeto de esclavitud y explotación, sin respeto alguno a los derechos humanos; por ello el goce de nuestras libertades es una excepción, incluso ahora nuestra realidad no es la misma para todos, lo que vivimos en el Occidente es muy diferente a los que se vive en otras latitudes del urbe. Lo dijo la inconmensurable Ikram Antaki cuando afirmó: Nací dos veces maldita, nací mujer y nací musulmán.

El ejercicio de mi sexualidad no debe ser sujeto ni a consideraciones ni a políticas públicas por el Estado, al igual que mi derecho a creer o no en religión alguna; el marco legal debe atenerse a dar certeza, nada más. Es por lo anterior que no creo que deba haber políticas de genero ni para grupos particulares de individuos que ejercen su derecho a gozar creencia alguna o preferencias sexuales para cargos públicos. La realidad es que hoy en día bajo el pretexto de ejercer una sociedad incluyente el Estado tiene incentivos, cada vez mayores, para garantizar espacios y “derechos particulares” a grupos que no deberían de tener diferencia alguna más allá que el respeto a su singularidad de la misma forma que cualquier otro debe respetar la mía, se trate de un blanco, o un indígena, pobre, rico, católico, ateo, hetero u homosexual.

Tengo derecho a ejercer mi derecho a ser yo mismo, es un tema inherente a mi naturaleza humana, pero a su vez tengo la obligación de respetar este derecho en los demás miembros de la sociedad; desafortunadamente vemos con mayor frecuencia que aquellos que demandan tolerancia a los demás no juzgan de igual manera a los que nos atrevemos a ejercer nuestro derecho a no estar de acuerdo; cada vez es más común que partidarios de ideas totalitarias ataquen públicamente a los que expresamos nuestro desacuerdo, el patético exgobernador de nuestro estado siguiendo la sinrazón de López Obrador, son un claro ejemplo; amén de que en la cotidianidad si alguien expresa su desacuerdo en relación al aborto o a tendencias feministas en las redes sociales será vapuleado por aquellos que piden respeto a sus argumentos pero no toleran más los que no son propios.

En la época en que gozamos de mayores libertades individuales vivimos la intolerancia de que los demás ejerzan ese derecho.

P.D. Felicidades al “Inge” Jaime Bonilla por el día del Ingeniero.

* El autor es Presidente del Centro Empresarial Coparmex Tijuana.

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