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Esterilidad electoral

Imposible imaginar cuántos ciudadanos con opción a sufragar acudirán, por empeño propio o inducidos bajo variables tretas mapaches, al encuentro de las desangeladas urnas que serán colocadas en territorio nacional.

Imposible imaginar cuántos ciudadanos con opción a sufragar acudirán, por empeño propio o inducidos bajo variables tretas mapaches, al encuentro de las desangeladas urnas que serán colocadas en territorio nacional. En sentido opuesto, pero también imposible de calcular, nos remite a la multitud de los que no asisten, anulan la boleta o por encima de su derecho y deseo de “cumplirle a la democracia” son, como folklóricamente resulta, rasurados del padrón correspondiente convirtiendo a las costosas, manipuladoras y arteras consultas montadas por la mafia del poder en grotesca pifia distanciadas de las propaladas votaciones “cristalinas, confiables e higiénicas”.

Precisamente por su fundamento y consecuencia histórica, y más allá del porcentaje de sufragios, el alboroto detonado en la nueva coyuntura electoral no entrevé sorpresas por más que los panfletarios partidistas, pastores y voceros sigan empeñados en duplicar el santo y seña de que el año 2021 encauzará, de acuerdo a los votos asegurados, el destino de un México estancado, arrastrado hacia atrás o vigorosamente empujado hasta la cúspide donde reinará la igualdad sin reparar se trate, como en las telenovelas, de un idéntico guión con actores y productores análogos pues el truco consiste en abastecer a las masas por medio de la ilusión de que el sistema desigual, corrupto e impune cambiará.

Y ratificar que todo el jorobado ejercicio no encierra resultados sorpresivos y menos transformadores no significa, ni de chiste, imaginar una opción radicalmente contraria a la opresiva realidad imperante ya que, la posible disyuntiva, no depende del simple deseo sino porque hasta hoy la “disputa por el poder” persiste confinada, ceñida a la calificación otorgada por el llamado Instituto Nacional Electoral (INE) que, por sus características éticas y de oficio, lo atan a los pies del PRIAN aunque también a la de los partidos “opositores” prestos a transar su descontento acudiendo, de manera mecánica, a la Fiscalía para delitos electorales capitaneada por falderos del régimen en turno quienes por obra y gracia obsequian veredictos facciosos.

Será a partir de las instancias “salvaguardas de la democracia”; que fluirán los escoltas de un proceso previamente adulterado (dinero blanqueado, tráfico de influencias, guerra sucia) solapado por los partidos, líderes aferrados a no descolgarse de la ubre, televisos, chayoteros, encuestadoras e, incluso, ante cuestionadores por los números exhibidos la jerarquía católica hace dueto con el dictamen institucional por más turbiedades que presente.

Y como melodramático epitafio; los estafadores reclamándose estafados detonan gritos y sombrerazos sobre la esterilidad del proceso que al señalarlo de fraudulento les permite intimidar-negociar- obtener cualquier compensación pues el continuar o ceder el pesebre será cuestión de vida o muerte.

Por eso mismo el proceder electivo al verse encausado y robustecido mediante lo peor se niega, a otros y así mismo, a efectuar cualquier mudanza pues el circo comicial de “participación y representación” encierran el desmesurado capital de un modelo calculado, justificado, coordinado y operado bajo la consigna rapaz de no cambiar para que todo resulte igual…

*- El autor es diplomado en Periodismo por la UABC.

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