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Entre ser víctimas o victimarios

Un buen día un amigo me preguntó: qué prefieres ser ¿víctima o victimaria?

Un buen día un amigo me preguntó: qué prefieres ser ¿víctima o victimaria?

Me quedé pensando, analicé la pregunta y lo más rápido fue decirle que ninguna, pero al final tenía que dar una respuesta, y le respondí que dependía del delito o la situación.

Mi ambigua contestación no le gustó a mi amigo, y a decir verdad ni a mí, pero era la forma más rápida de salir del aprieto.

Ese escenario se me vuelve a repetir, pero ahora la cuestionante va dirigida a mis hijos y a mí como mamá.

Qué prefieres ser, la madre de la víctima o del victimario.

En este contexto no hay salvación, no veo a mis hijos como los asesinos, pero tampoco quiero verlos asesinados.

Es radical la posición que ahora los padres debemos jugar, porque aunque no nos guste, no podemos escabullirnos de una realidad, la aceleración de los tiempos trae consigo un nuevo escenario, diferente al de nuestra generación, absorbente y en ocasiones absurdo, pero ahí estamos envueltos. No podemos taparnos los ojos o esconder la cabeza como el avestruz.

Podemos exigir a la autoridad que castigue a quienes infringen la ley, pero también debemos asumir la responsabilidad que nos toca en estos nuevos tiempos.

No debemos permitir que la escuela los eduque mejor y que los policías los cuiden mejor que nosotros.

Claro que la autoridad debe garantizarnos seguridad a quienes actúen dentro de la ley, y castigo a los que cometan algún ilícito, es nuestro derecho constitucional y garantía individual. Pero los padres debemos asumir la responsabilidad del buen actuar de nuestros vástagos, cuando menos siendo estos menores de edad. Recordemos que la destrucción y autodestrucción está a la vuelta de la esquina.

Toda esta reflexión viene ante el contexto semanal que tuvimos recientemente, cuando varios jóvenes mexicalenses estuvieron en el escenario de la línea frágil de ser víctimas o victimarios.

De repente estos últimos días nos ha mostrado cómo los jóvenes están en dicha fragilidad.

José Ramón está acusado de violar a cuando menos a trece jóvenes mujeres.

Durante las audiencias sus familiares no han estado presentes, mitad responsabilidad, mitad pena, quizá. Sólo un abogado privado trata de responder legalmente por las múltiples acusaciones de las que es objeto, por parte de las jovencitas agraviadas por su proceder.

Jesús Andrés, joven de 18 años de edad, fue detenido acusado de robar de manera violenta cuando menos cuatro negocios, en menos de un mes. Utilizando armas de fuego y violencia.

Además, se exhibió un video en donde un joven músico del grupo Raudal, se graba conduciendo, en completo estado de ebriedad, un auto, poniendo en riesgo su vida y la de muchos otros automovilistas. Después ofreció disculpas por los acontecimientos y sus pocos seguidores aceptaron su arrepentimiento, pero el riesgo ahí quedó.

En otro escenario, dos jóvenes de 18 y 19 años, José Luis Falcón y Misael Díaz, siguen desaparecidos en Mexicali. Sus familiares los buscan afanosamente, a través de las redes sociales y los diferentes medios informativos, los mantienen vigentes y vivos

Urge reflexionar: nuestros jóvenes cachanillas están en la frágil línea de ser víctimas o victimarios.

La verdad sea dicha.

*- La autora es directora del portal MF Noticias Mexicali.

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