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El que se va y el que llega

Cada que inicia una nueva administración de cualquier nivel, la población revive sus ánimos, crece en la esperanza de que este sí será el bueno, de que los compromisos se cumplirán.

Cada que inicia una nueva administración de cualquier nivel, la población revive sus ánimos, crece en la esperanza de que este sí será el bueno, de que los compromisos se cumplirán, de que las cosas saldrán mejor, de que atrás quedaron las campañas, los ataques, los sinsabores de las luchas políticas.

En la psique de los gobernantes está la idea de iniciar con el pie derecho, traen su as bajo la manga, los programas más populares empiezan a relucir. Situación que conforme pasa el tiempo se va diluyendo, entre el conocimiento de la realidad, de la confrontación, de la lucha entre las fuerzas internas y externas.

Todo eso ha sucedido siempre.

Sin embargo, a partir del 1 de noviembre próximo los bajacalifornianos vivirán una situación diferente, más intensa, más polémica, con menor margen de esperanza. Creo.

La derrota panista después de 30 años en el poder marca una diferencia, la llegada de Morena es otra gran situación distinta que estará por escribirse.

Los bajacalifornianos viven tiempos difíciles, entre un ex, cargado de acusaciones de corrupción y desvío de recursos, con demandas penales y de juicio político en contra. Con deudas al por mayor en las áreas educativa y de salud, obras públicas inconclusas y por el endeudamiento.

Aun cuando Kiko Vega se dice el gobernante más auditado y vigilado desde que fue secretario de Finanzas, pasando por la alcaldía de Tijuana y ahora como gobernador, nadie es ajeno a las acusaciones.

Un tétrico panorama en el que ni sus principales colaboradores lo defienden. Sobre todo quienes están metidos en las áreas de mayores acusaciones y señalamientos.

Es obvio que las peores acusaciones en contra de Kiko están a punto de hacerse públicas, una vez que se siente en la silla principal del tercer piso del Ejecutivo, Bonilla.

Sin embargo, en el nuevo escenario de la real política, los bajacalifornianos viven en la zozobra que les genera el que llega, ya que Bonilla arribará al poder, no cubierto con el halo protector de la esperanza que genera el que apenas va a empezar a gobernar, sino que está eclipsado por las dudas generadas a partir de su lucha por ampliar su periodo gubernamental.

La llamada Ley Bonilla lo coloca en un oscuro escenario de división, de animadversión de grupos opositores a él que de manera constante lo han atacado, pero también de ciudadanos, de personas que incluso votaron por él y ahora ven un apetito político innecesario que solamente genera incertidumbre que no nos merecemos.

En este escenario de enrarecimiento político, están metidos diputados locales del PAN, PRI y hasta de la chiquillada que votan indistintamente con quien tiene el control, además de magistrados electorales estatales. Todos arrastrados por la negativa imagen del electo.

Es decir, el que se va, está envuelto en acusaciones, pero el que llega también está metido en una nebulosa situación política que nos mantiene a todos en la zozobra y el mal sabor de boca.

Por primera vez, los bajacalifornianos deberán generar sus esperanzas en ellos mismos, saber del poder que como ciudadanos tienen de apostarle a la autoregulación, la reinvención, porque los políticos de aquí, no le garantizan bien común y el bienestar que han ofrecido en periodos de campañas electorales.

Usted en quién confía ¿en el que se va o en el que viene?

Yo me inclino por la población, la que no se va, la que siempre se queda.

La verdad sea dicha.





* La autora es directora del portal MF Noticias Mexicali.

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