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El libro

Cuando hoy usamos la palabra libro principalmente queremos decir un gran número de hojas con texto.

Cuando hoy usamos la palabra libro principalmente queremos decir un gran número de hojas con texto, pero en tiempos ancestrales libros, o páginas de textos relatados estaban en engorrosos paquetes que no podían llevarse bajo el brazo o leerlos en el trayecto al trabajo.

En Babilonia y Asiria un libro consistía en una colección de tabletas de arcillas rectangulares, escritas con símbolos cuneiformes empacadas y etiquetadas en un contenedor. Los libros ligeros, aunque grandes y difíciles de manejar, aparecieron en Egipto un poco después del descubrimiento del papiro, hace aproximadamente un poco más de 5,000 años, tomaron la forma de las hojas de papiro, inscritas con jeroglíficos, enrollados en cilindros de madera, muchos de los cuales ya fuesen dispuestos en forma vertical u horizontal constituían un libro, en la biblioteca de Alexandría en Egipto aún se preservan muchos de ellos.

Para hacerlos más fácil de leer y de transportarlos sin que estos se dañaran los hicieron más pequeños y portátiles haciendo su lectura más fácil. Los griegos, cuyo papiro provenía del puerto fenicio de Byblos (hoy Jubayl, Líbano), adoptaron la idea de los rollos y dieron un paso más al desarrollar panfletos de papiro y los encuadernaron a mano para hacer el primer libro similar al que actualmente conocemos, el libro griego y lo llamaron así por la ciudad Byblos de donde se surtían de papiro, de ahí también se desprende las palabra biblioteca (lugar donde se guardan libros) y todas sus acepciones.

Los romanos también usaron rollos de papiro y llamaron a los libros volumen, una palabra que también entró en nuestro lenguaje. El contenido de los libros inicialmente fue religioso, casi todos ellos contenían, rezos, himnos o rituales relacionados con la inmortalidad, mitos o leyendas. Posteriormente se utilizaron para códigos o leyes, medicina, magia, historia, astronomía y astrología. Según se deduce de un estudio de la Universidad de Búfalo (EE UU) publicado recientemente en la revista Psychological Science, cuando leemos un libro nos sentimos parte psicológicamente de la comunidad que protagoniza la narración, por ejemplo el colectivo de magos en el caso de la popular saga de Harry Potter. Este mecanismo satisface una necesidad humana fundamental: la de pertenencia a un grupo.

Los libros tal vez se han intercambiado o prestado desde el libro egipcio de los muertos el cual era leído en todos los funerales de esa época, pero principalmente los libros fueron preservados en palacios y templos y contribuyeron grandemente a difundir el conocimiento y fortalecer la educación. La tecnología ha hecho que muchos medios impresos vayan desapareciendo, el uso del internet y de dispositivos de lectura electrónica pretenden hacer desaparecer los libros, no hay nada como tener un libro en las manos y percibir su aroma a vainilla, producto de la lignina, la fibra de madera y otros componentes.

En México todos los niveles de gobierno deben contribuir a que se fomente la lectura, no es a través de la televisión como lograra la pasión por la lectura en los niños y jóvenes y uno que otro adulto. Mucho ayudaría que todos los funcionarios empezaran a leer, sobretodo documentos, normas y especificaciones relacionadas con el desempeño de sus funciones, ya que muchas de las veces se cometen injusticias por las dependencias a su cargo por la falta de conocimientos en las mismas y queriendo no, cometen actos de corrupción debido a los altos costos que dilapidan con el dinero del erario al realizar acciones que van en contra de la normatividad, derrochando recursos que bien podrían ser utilizados en otras actividades esenciales y no de fomento a la imagen personal o de partidos.

*- El autor es ex presidente de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles de la República Mexicana.

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