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El error de AMLO en BC

Desde los primeros días en que Morena comenzó a formarse en Baja California y durante un buen tiempo, hubo algunas voces que advirtieron del error que cometía Andrés Manuel López Obrador al poner al frente de ese partido a un personaje como Jaime Bonilla.

Desde los primeros días en que Morena comenzó a formarse en Baja California y durante un buen tiempo, hubo algunas voces que advirtieron del error que cometía Andrés Manuel López Obrador al poner al frente de ese partido a un personaje como Jaime Bonilla. Salvo algunas voces que lo expresaron abiertamente, como aquí en este espacio, la mayoría lo hicieron en voz baja, como si fuera algo peligroso.

Pero si algo ha quedado claro en estos últimos meses, sobre todo antes y después de la campaña electoral, es que López Obrador se equivocó al darle ese lugar a Bonilla. Pero también, esto es lo grave, que no va a rectificar a pesar de todo lo que ha sucedido en su intentona de cambiar el periodo de gobierno y la crisis que eso ha suscitado.

A nivel local ha sido difícil asociar ambas cosas, por la simpatía y el respeto que algunos le tienen a Morena y a López Obrador, pero está muy claro que Bonilla es hechura de AMLO. Quizás por su relación con el ex gobernador Xicoténcatl Leyva Mortera, quien ha estado vinculado a Bonilla desde hace años, o por otras razones más prácticas de operación política, López Obrador ha confiado incondicionalmente en él desde hace años.

López Obrador lo hizo primero presidente del partido, luego lo promovió para ser diputado federal, después para Senador, en donde pidió licencia para ocupar el cargo de “súper delegado”, que es un cargo que AMLO les dio a personas muy cercanas a él y, finalmente, lo hizo candidato a gobernador de Morena para la elección de 2019. Es decir, Bonilla es hechura de AMLO, aunque muchos morenistas lo rechacen.

Hasta aquí todo iba viento en popa, pero se atravesó el hecho de que en la elección se elegiría una gubernatura para dos años, con la que tanto Morena y su dirigente Yeidkol Polevsnky, Bonilla y seguramente el mismo López Obrador no estaban de acuerdo. Polevsnky se vino a BC y declaró abiertamente mucho tiempo antes de que la campaña iniciara que ellos, o sea Morena, iban a hacer todo el intento de cambiar esa reforma que le parecía absurda.

La historia que siguió a eso ya es conocida. Buscaron por todos lados trastocar ese acuerdo antes y después de los comicios, moviéndose en todas las instancias, recurriendo al chantaje y a la presión política hasta llegar hasta este último punto donde estamos: que el congreso local, con mayoría panista, aprobara un periodo de cinco años.

En todo este trayecto, Bonilla y Yeidckol Polevsnky no han actuado de manera aislada o al margen de López Obrador. La arrogancia y la prepotencia con que ambos personajes se han enfrentado a la crítica nacional (y al interior de su propio partido) por querer cambiar el periodo de gobierno, refleja que cuentan con el apoyo y el aval de AMLO, a pesar de que públicamente éste intente deslindarse.

Quizás López Obrador no alcance a vislumbrar las implicaciones políticas de hacer este cambio y la ilegalidad que representa, así como las repercusiones para Morena en el estado, o bien lo considera un obstáculo que sus “enemigos” le pusieron o le están poniendo para dañar su gobierno, lo que correspondería a una visión que también está manifestando con respecto a otros problemas.

Cualquiera que sea su postura realmente, lo cierto es que el caso de BC ya hizo ver a Morena y a Bonilla como un partido y un funcionario arrogante y autoritario, dispuesto a imponer sus condiciones por encima de la legalidad y las instituciones, que es lo mismo que se está viendo en algunas medidas y políticas que está tomando López Obrador en algunos temas nacionales.

El error de AMLO, que quizás nunca va a reconocer, es que Bonilla (y por supuesto tampoco Yeidckol) no son o no pueden ser la imagen de un partido o de un gobierno que quiere “transformar” las cosas, que respeta la legalidad y son ajenos al despotismo. Bonilla no anuncia o representa un cambio sino, al contrario, la restauración de las peores prácticas políticas del viejo PRI.

Si Morena en Baja California tiene una contradicción es precisamente esta: la de proclamarse como un partido, o un gobierno, que quiere hacer las cosas de manera diferente y, al mismo tiempo, tener como exponente y dirigente principal de ese partido a un personaje como Bonilla, que es el vínculo directo con el presidente AMLO. Es una contradicción que ya afloró y se va agudizar en los tiempos que vienen.

Cualquier esfuerzo de construir una oposición al nuevo gobierno en BC, ya sea que se haga desde la ciudadanía o de los partidos políticos, no podrá hacerse si no se entiende esta relación entre Bonilla y AMLO, que muchos intentan ignorar para no enemistarse con éste último

Bonilla es una contradicción del pensamiento de AMLO. Hay que entenderlo así.





*El autor es analista político.