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El edén prometido

Han transcurrido más de tres años del gobierno del presidente López Obrador y cada día se ve más distante la posibilidad de cumplir con todos los compromisos contraídos con la sociedad mexicana.

Han transcurrido más de tres años del gobierno del presidente López Obrador y cada día se ve más distante la posibilidad de cumplir con todos los compromisos contraídos con la sociedad mexicana. En los diarios nacionales e internacionales los cuestionamientos a su administración no cejan y continúan subiendo de tono. No obstante, de mantener durante más de tres años su popularidad con un promedio del 65%, los resultados de su gestión se han visto ensombrecidos por la emergencia sanitaria que asola a todos los países del mundo. A pesar de que los resultados no han sido los esperados o prometidos, la mayoría de los mexicanos continúa apoyando su gestión. Experto en comunicación y en la creación de cajas chinas, cortinas de humo para desviar la atención de los verdaderos problemas que nos aquejan. Que es un gran político, pero que no sabe gobernar, que es “bueno para la grilla”, que su fuerte es la política y no la administración pública. Sin embargo, ha tenido la capacidad para persuadir a la mayoría de los mexicanos de que las cosas “marchan muy bien”. También, se ha afirmado que se hizo y se está haciendo un manejo inadecuado de la pandemia. Que se pudieran haber salvado más vidas, si el presidente desde el inicio no hubiera optado en sus conferencias mañaneras subestimando el impacto de este flagelo, a tal grado de conminar a los ciudadanos a salir sin ninguna protección, menos con cubrebocas.

No hay duda, que le ha tocado bailar con la más fea, actualmente la pandemia nos ha golpeado de forma contundente a tal grado, que ha imposibilitado el crecimiento prometido del 6% del Producto Interno Bruto y las alzas a los precios de la mayoría de los productos de consumo intermedio y final. Este fenómeno económico no es exclusivo de nuestro país. Lo están padeciendo todos los países del mundo, sobre todo aquellos que han disminuido su producción que impacta las estructuras productivas de todos los países. En la globalización económica todos pierden, unos más que otros, sobre todo los países pobres. El desempleo y el subempleo campean en el país, son millones de mexicanos los que luchan día con día por tener un trabajo seguro. La población busca afanosamente un empleo seguro y al no lograrlo van a engrosar las filas de la informalidad. La promesa de “primero los pobres” contrasta con las cifras que publica el INEGI en donde muestra que el número de pobres ha crecido de manera exponencial.

La inseguridad y la violencia galopante en todo el país donde aparecen cada día cientos de muertos, asaltos, robos, narcotráfico y narcopolítica y todo tipo de arbitrariedades, bajo la complacencia de las autoridades. La promesa de terminar con la corrupción ha sido letra muerta. La transparencia no existe cuando se licitan obras públicas, que no se someten a concurso, sino a asignaciones directas a los preferidos del régimen. Son muchos más los errores y el afán de debilitar o desaparecer instituciones sociales que le han dado viabilidad política y democrática al país. Instituciones que son pilares fundamentales de una sociedad. Se ha visto que más que crear instituciones el objetivo es destruir, pensando en crear un nuevo régimen basado en el autoritarismo y la concentración del poder. El tema ofrecido también, acerca del regreso de los militares a los cuarteles, en lugar de regresarlos, les ha encomendado nuevas tareas, construyendo aeropuertos y el Tren Maya; han remodelado hospitales, edifican bases de la Guardia Nacional y sucursales del Banco de Bienestar. También han atendido el robo de combustibles; vender boletos para la rifa del avión presidencial; aportan árboles para el programa Sembrando Vida y, en la emergencia sanitaria, distribuyen la vacuna contra COVID-19. Lo mismo reclutaron operadores de pipas que a personal médico o agentes de la guardia nacional; han vigilado la distribución de libros de texto gratuitos como la entrega de fertilizantes y de los programas sociales. Todo sin mencionar la deuda pública que sigue creciendo a pesar de haber prometido que el gobierno no recurriría al endeudamiento para cumplir con sus programas. En una palabra, el edén prometido se desmorona, nunca llegará, salvo que se muden a Tabasco, porque ¡Tabasco es un edén!

*- El autor es economista egresado de la UABC.

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