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¿El desmantelamiento del PRI?

El PRI nació en el poder, no para disputarlo, ha sido hasta ahora el partido más longevo de la historia contemporánea que ha gobernado al país.

El PRI nació en el poder, no para disputarlo, ha sido hasta ahora el partido más longevo de la historia contemporánea que ha gobernado al país. Heredero del movimiento revolucionario de 1910, partido hegemónico, el partido de un solo hombre, cuya disciplina jamás se había visto en otro partido, cuyo mando era encarnado por el presidente en turno. En su momento aglutinó a todas las fuerzas vivas del país, incluyendo a los militares y caudillos, que se sometieron a la disciplina partidista so pena de perder cualquier posibilidad de llegar al poder, sin la indulgencia del “señor”. Hoy se viven momentos distintos, el “señor” que despacha en Palacio Nacional ha metido al PRI en una “encrucijada” al intentar que el PRI vote por la reforma energética para tener mayoría calificada y obtener la reforma constitucional. Alentando el presidente a sus antes correligionarios a abandonar posturas “neoliberales” al recordarles si quieren un PRI de Carlos Salinas o de Lázaro Cárdenas. Es sin duda, un punto de quiebre o inflexión para el PRI que se encuentra ante la disyuntiva de regresar a sus orígenes del nacionalismo o continuar en el esquema de una economía abierta a la globalización económica.

El PRI constructor del México moderno, que impulsó la salud, la educación, la vivienda y el bienestar social, pero que también impulsó el desarrollo de las clases medias, asimismo, tuvo errores que nunca pudieron superar. Se perdió en un laberinto, perdió la brújula, fue durante el sexenio de Miguel de la Madrid, cuando abandonó los principios básicos que le dieron vida durante 70 años. El nacionalismo revolucionario fue sepultado por gobiernos que cambiaron las políticas públicas nacionalistas por neoliberales, lo que provocó que se quedaran sin sustento, la esencia de su quehacer fue dejada a un lado, igual que sus reivindicaciones en consecuencia, dejaron de representar las grandes demandas del pueblo mexicano, el neoliberalismo llegó al campo agrícola, los campesinos fueron abandonados a su suerte, el voto verde poco a poco desapareció. La privatización de todas las empresas del estado terminó por desbaratar la estructura que había sostenido al PRI en el poder.

En ese contexto, el hoy presidente de la república se ha dedicado a “desmantelar” todo lo que signifique políticas públicas neoliberales, insistiendo en una regresión al pasado, a su pasado priista. Hoy está tratando de demoler a la oposición, incluyendo a futuros gobernadores emanados del PRI y el PAN con el “garlito” de incluirlos en su gabinete. Algunos aceptarán la propuesta debido a que no desean confrontar al presidente, otros por obtener amnistía o inmunidad y no ser investigados por supuestos excesos en la aplicación de los recursos públicos. El desarme de sus opositores está a la vista, nadie ha tenido la osadía de enfrentarlo y que no haya recibido respuesta inmediata por innumerables conductos. La persecución, difamación a opositores ha sido la regla a pesar de ser un “demócrata” que no tiene odio contra nadie.

El PRI se encuentra en la picota, es la hora clave para ese partido, o se va con Morena e integran el PRIMOR o continúa con el bloque opositor. En caso de irse con Morena será un satélite en la órbita equivocada y sus días estarán contados, porque desaparecerá del mapa político, el PRI o más bien la cúpula del partido, puede negociar más presupuesto para sus gobiernos estatales o municipales, posiciones en el Congreso o, como ya hemos dicho, hasta inmunidad. Es una apuesta arriesgada. Entregarse le puede costar muy caro. Está en juego su sobrevivencia. Tiene compromisos firmados con el PAN y el PRD en materia energética. Si voltea bandera, adiós alianza. No sólo eso. El riesgo de una desbandada de militantes hacia Morena es grande. El PRI después de haber sido un partido de centro, se plegó a la derecha y ahora la propuesta del presidente lo regresaría a su lugar de origen, un partido de centro con ideas progresistas a favor de los monopolios del estado. La confrontación continua entre una economía de estado o de mercado, entre un monopolio de estado donde los políticos eran dueños de las empresas o un oligopolio privado donde un pequeño grupo de empresas se reparten el mercado. En cualquiera de los dos supuestos nunca se benefician los consumidores. Es una lucha también entre pasado y futuro. ¿Regresarán los tiempos del poder presidencial absoluto, el dedazo y el país de un partido casi único? ¡El desmantelamiento está en marcha!.

*- El autor es economista egresado de la UABC.

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