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El crimen del presidente

No pretendo ser parte de un discurso maniqueo, por ende no creo en el estás conmigo o contra mí, creo que la sentencia “están moralmente derrotados nuestros adversarios” no es consistente con el pensamiento de un estadista.

Somos lo que hacemos

No pretendo ser parte de un discurso maniqueo, por ende no creo en el estás conmigo o contra mí, creo que la sentencia “están moralmente derrotados nuestros adversarios” no es consistente con el pensamiento de un estadista; creo que un resultado electoral, por amplio que sea, no otorga validación moral alguna más allá que los resultados obtenidos por la aplicación de políticas pública. Me preocupa que nuestro presidente sea intransigente con los grupos que no le son afines o que claramente hemos marcado una diferencia entre su discurso y el de la sociedad civil, veo con preocupación que ese discurso empieza a repetirse en nuestro estado.

Estoy convencido que tenemos una enorme deuda con los que menos tienen porque aquellos que hemos tenido la fortuna de contar con los recursos materiales suficientes para poder desarrollarnos exitosamente en nuestro país hemos confundido, por así convenirnos, el respeto a la voluntad popular expresada en las urnas con la verdadera democracia en la que la igualdad de oportunidades, por lo menos frente al marco jurídico es la misma, sin importar el apellido del ciudadano en cuestión; hemos sido cómplices por omisión es éste importante igualador de oportunidades sociales. Desde hace años el status quo no ha sido sacudido en nuestro país, poco importa si te asumes de derecha o eres producto de la izquierda más populista del área radical de Morena, ¿se acuerdan de Noroña en Las Vegas hace un par de semanas?, por supuesto que tiene el derecho de hacer con su dinero lo que le venga en gana, pero la consistencia del discurso y los hechos no pasa por una mesa de blackjack sin límite en la apuesta.

Hoy por el capricho presidencial y porque, Mario Delgado dixit, los legisladores de Morena son los legisladores del presidente, así, sin contrapeso alguno, para hacer lo que el nuevo Huey Tlatoani ordene, durante la semana pasada fue liquidada la reforma educativa aprobada durante el sexenio anterior. Hoy nuevamente el control de los maestros ya no recaerá en su capacidad y preparación, sino en lo que la CNTE y el SNTE decidan respecto a quién estará frente a un aula, sin importar si se tiene o no capacidad para hacerlo, hoy el presidente López Obrador y sus aliados en el Congreso han matado el futuro de millones de niños que encontrarían en la educación de calidad el único motor de movilidad social sustentable en una comunidad; si nuestros niños son formados por “maistros” y no por docentes de convicción y bien evaluados les estamos condenando a no proporcionarle las herramientas mínimas necesarias para poder hacerse de un espacio que les permita competir en un mundo cada vez más competido. Con razón el trapiche y su admiración del presidente, ahora se entiende el tren maya, que moverá a unos cientos de turistas diariamente en vez de calidad de educación que le permita al pueblo yucateco desarrollo pleno y no clientela de mítines y votos seguros para perpetuarse en el poder.

Peña Nieto merece el escarnio que hoy padece, sin embargo, la reforma educativa que acaba de ser enterrada cumplió con la finalidad de quitarle la rectoría educativa a una bola de ladrones y asesinos, al tiempo que será muy tarde, esta semana el presidente mató la única esperanza que tenían millones de niños mexicanos: una mejor educación, al diablo el progreso, puro pinche populismo.

*El autor es empresario, ex dirigente de la Coparmex Mexicali.

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