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El caso de BC divide a Morena

El albazo que dio el congreso de Baja California el pasado 8 de julio al aprobar una reforma que amplía el periodo de gobierno a 5 años, en lugar de 2 como estaba vigente el día de la votación, hizo estallar la indignación a nivel nacional.

El albazo que dio el congreso de Baja California el pasado 8 de julio al aprobar una reforma que amplía el periodo de gobierno a 5 años, en lugar de 2 como estaba vigente el día de la votación, hizo estallar la indignación a nivel nacional sobre todo entre legisladores, juristas, consejeros electorales y especialistas, pero también hizo aflorar dos visiones (contradictorias) en las altas esferas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y en la cúpula de Morena.

Por un lado, en una vertiente apareció Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Cámara de Diputados, quien se manifestó en contra de dicha reforma y a favor de la “desaparición de poderes” en la entidad. Al lado de él, aunque no está en el gobierno ni en Morena, apareció Cuauhtémoc Cárdenas e Ifigenia Navarrete, antiguos compañeros de AMLO cuando formaron el FDN y el PRD, quienes también se pronunciaron en contra del cambio legislativo.

Ricardo Monreal por su parte, actual coordinador de la fracción de Morena en el Senado, también hizo lo propio al manifestar que dicha reforma no pasaría. A esta postura le siguió la de Tatiana Cluothier, quien ha promovido un pronunciamiento de la comisión permanente del Congreso de la Unión en contra de la ampliación del periodo de gobierno en BC.

Por último, el día de ayer la secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero, manifestó que como ex ministra de la Corte calificaba de inconstitucional la reforma, pero que como titular de la Segob dijo que tenía que ser “absolutamente respetuosa de lo que decida un congreso local”.

En el lado opuesto han estado el propio López Obrador, quien se ha limitado a decir que él no intervendrá en este caso y deberá seguir el curso legal. Pero quienes la han defendido de manera beligerante han sido la dirigente de ese partido Yedkol Polevsky, el mismo Jaime Bonilla y Amador Rodríguez Lozano, quienes incluso han desafiado y cuestionado las posturas de Muñoz Ledo y de Cárdenas, así como de otros especialistas.

Es obvio que hay dos visiones en el grupo dirigente de Morena y del mismo gobierno encabezado por AMLO. El hecho no es trivial o intrascendente. El caso de Baja California sería el segundo en donde estas dos visiones opuestas han chocado o se están enfrentando. El primero fue la postura antagónica que ha sostenido Porfirio Muñoz Ledo con respecto a la política de López Obrador frente a la migración centroamericana y al gobierno de Estados Unidos. Muñoz Ledo ha reprobado el trato que el gobierno mexicano está dando a estos migrantes, cediendo ante las presiones de Donald Trump.

A grandes rasgos, las diferencias entre estas dos corrientes que vienen del mismo tronco común al escindirse del PRI en 1987, giran alrededor de cómo gobernar y de los métodos que deben emplearse para lograr dichos cambios. Mientras Muñoz Ledo, Cárdenas e Ifigenia, y varios más que se ubican en esta corriente, se identifican más con una vía institucional, respetuosa de la legalidad y de los procedimientos democráticos, así como con el nacionalismo cardenista, AMLO por su parte es más “radical” y está en contra de las instituciones y de varios procedimientos formales.

A estas alturas del gobierno, está claro que para AMLO el cambio pasa por destruir algunas instituciones o de hacer tabla rasa de la mayoría de las políticas del Estado mexicano, o de remover algunos obstáculos ya sea mediante la fuerza o invocando la voluntad del pueblo, reviviendo un discurso populista y antidemocrático.

Esta visión es lo único que explica que AMLO haya promovido y alentando desde hace años en BC a un personaje como Jaime Bonilla y que lo haya encumbrado haciéndolo diputado federal, senador, delegado y ahora gobernador, entregándole todo el poder para hacer y deshacer en Morena y, ahora, para dejarlo crear un entuerto legal con tal de quedarse en el gobierno cinco años.

Sin el aval y el apoyo de AMLO, Bonilla no estuviera donde está hoy, y menos actuaría con esa arrogancia caciquil que manifiesta en cada entrevista, y mucho menos estaría engrosando las filas de Morena con un priismo antediluviano que, por más que actúe bajo las órdenes y los dictados del centro del país, le creará (como ahora) enormes problemas políticos a la presidencia de López Obrador.

Hoy los ojos del todo el país están puestos en Bonilla y en BC, en el primero como un personaje que consigue todo a través del dinero y, en la entidad, como un estado que retrocedió a la prehistoria política después de haber sido el primero que inauguró la alternancia. Después de este episodio, sea cual fuere el resultado, Bonilla gobernará bajo la mirada reprobatoria de toda la nación, arrastrando a Morena y a la misma presidencia.

En todo caso, BC era un ejemplo clave para saber si Morena se iba a encaminar por un cambio, Hoy sabemos que no, no así.



*El autor es analista político.