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El Rey del cash y la oposición

El libro escrito por la periodista Elena Chávez, El Rey del cash, aparecido recientemente, creó una gran expectativa entre los opositores de Andrés Manuel López Obrador.

El libro escrito por la periodista Elena Chávez, El Rey del cash, aparecido recientemente, creó una gran expectativa entre los opositores de Andrés Manuel López Obrador, incluso antes de que entrara en circulación, suponiendo que una persona tan cercana al círculo de AMLO desde hace años como es ella, revelaría cosas inéditas y de gran impacto político.

Y, en efecto, el libro de Elena Chávez revela varias cosas que ella misma observó a lo largo de doce años, prácticamente toda la carrera política de AMLO, pero estas cosas que descubre y publica ahora ya estaban en el imaginario colectivo del país desde hace tiempo, ya sea en las conversaciones cotidianas o en los análisis políticos más variados.

¿Qué era? Pues que López Obrador, así como muchos otros políticos en México, construyó una intricada red de “financiamiento” de sus actividades políticas, mediante exacciones a los funcionarios y legisladores de su partido o de su movimiento. Un mecanismo que le permitió obtener dinero en efectivo (cash) sin dejar huella, salvo –como hay varios ejemplos- cuando se cometía un error, como aquel en donde René Bejarano, que trabajaba para AMLO, recibía paquetes de dinero que amarraba con ligas.

O como el caso de Delfina Gómez Álvarez, ex secretaria de Educación Pública, ahora candidata a gobernadora de Morena para el Estado de México, quien le descontaba de su pago a los empleados del gobierno un porcentaje cuando era presidenta municipal de Texcoco, y cuyo fin era financiar actividades políticas de AMLO.

Varias de estas actividades ilegales no hay forma de comprobarlo, pero existen o sucedieron en la trayectoria de AMLO, como parte de un modus operandi en su actividad proselitista. En su libro, Elena Chávez nos ofrece un testimonio de todo eso, como un testigo directo de esas prácticas. El mérito de su libro, por lo tanto, es que permite ver estos actos de corrupción no como hechos aislados, sino como un sistema de corrupción que tienen todos los partidos, incluyendo al mismo AMLO.

La denuncia o el testimonio son muy fuertes, pero hay que ser realista en cuanto a sus alcances políticos. Sus efectos no dependen de que haya “pruebas” o no, como se dice, sino –desde mi punto de vista- de dos fenómenos que hay que analizar y comprender también.

Uno, depende del contexto actual en el país, que se caracteriza por haber una amplia percepción entre algunos estratos sociales de que todos los políticos y todos los partidos están metidos en el fango, incluyendo ahora a Morena y a la misma presidencia de AMLO. Sin embargo, en una amplia porción del imaginario popular persiste la idea de que “algunos son más corruptos que otros”, lo que atenúa los efectos políticos de una denuncia como la del libro.

Esto es lo que explica justamente que, no obstante que haya una crítica dura contra la corrupción por parte de la sociedad, la corrupción sobrevive o se mantiene en los distintos niveles del gobierno de Morena. Es decir, se tolera, porque la base electoral de AMLO mantiene esa creencia de que los gobiernos anteriores eran más corruptos.

El segundo factor de este contexto que impera en México es el de los partidos de oposición. La oposición está dividida y cada vez menos imposibilitada para constituir una alternativa política ante el gobierno de AMLO. Esto quiere decir que no hay una alternativa que canalice o capitalice la inconformidad que existe en algunas capas de la sociedad contra el gobierno de López Obrador.

Esto hace que estas denuncias como la del libro de Chávez se pierdan o se volatilicen rápidamente, o se queden sólo en las redes sociales que están sumamente polarizadas y en donde abunda la confrontación y la falta de razonamientos, especialmente de los seguidores de AMLO o los defensores del gobierno.

Hay un tercer factor en todo esto. En la medida que la oposición partidista se fractura, como el triste papel que está haciendo el PRI, por ejemplo, o incluso el PRD, que tiene tres senadores y se dividen a la hora de votar por la militarización (con Mancera a la cabeza), va quedando en esta medida una oposición muy “derechizada” que apuesta mucho por la discrepancia vociferante, pero sin proponer un nuevo proyecto político.

Es decir, la oposición se está perdiendo y no atina a encontrar un rumbo firme y consistente. Es igual de visceral que AMLO. Apuesta mucho por un golpe espectacular que ponga a la luz pública la cloaca en que está sumido el gobierno de López Obrador. Pero no está construyendo un proyecto nuevo de país.

La oposición “derechizada” que hay ahora gira mucho alrededor de lo que es y representa AMLO, y de los peligros autoritarios de su gobierno, lo cual es correcto, pero no está trabajando en la formación de un frente político que sea capaz de capitalizar la inconformidad y el hartazgo contra la 4T. Que existe y crece cada día, pero sin vislumbrar algo diferente.

*El autor es analista político

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