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Diplomacia o curación de heridas

Esa es una de las preguntas principales que muchos nos hicimos sobre la muy rápida reunión entre los presidentes de Estados Unidos y México, en Washington.

Esa es una de las preguntas principales que muchos nos hicimos sobre la muy rápida reunión entre los presidentes de Estados Unidos y México, en Washington, concretamente en la famosa y poderosa sala oval de la Casa Blanca.

Esto lo comento porque atrás hay varias lecturas. Primero, se sabe que la invitación.

Se formalizó el seis de junio, precisamente cuando empezaba la llamada cumbre de las Américas y a la que el presidente mexicano decidió no asistir y desairar, como señalan muchos, al mandatario estadounidense. Segundo punto, al velar más por la defensa de Cuba, Nicaragua y Venezuela, se develaron fricciones diplomáticas vistas por todos, pero que trataron de reducirse en el breve encuentro.

Aceptando que pueden señalarse las dos cosas, diplomacia y curación, lo cierto es que el saldo del diálogo (que pareció más monólogo, discurso o mini mañanera), acartonado mensaje, carente de naturalidad que además no logró que se concretaran grandes acuerdos en los temas que más urgían o, por decirlo en otras palabras, considerados tradicionales en los encuentros bilaterales de alto nivel: comercio, migración y seguridad.

No se alcanzaron acuerdos porque no se generó dialogo, si se hizo un repaso histórico y desde la visión del presidente mexicano, de los momentos felices de la relación bilateral durante las últimas décadas, con amplias o genéricas propuestas y desatinos como el señalar que es aceptada con buenos ojos el que siga subsidiando México el consumo de gasolina por el cruce de norteamericanos en nuestras ciudades fronterizas que, dicho sea de paso, seguramente fueron combustibles que se importaron desde Estados Unidos a un precio mayor. No importa esto último, había que agradar al anfitrión con un derroche más de recursos en momentos que mucho se necesitan para no afectar las finanzas públicas y que además debería dirigirse mejor a programas de salud, seguridad y educación.

Pienso que la diplomacia surgió mejor del presidente de Estados Unidos, quien señaló que “a pesar de los titulares que vemos en la prensa, considero que nuestra relación es muy sólida”. Dejando a un lado los desaires y sinsabores del que ha sido objeto él y su gobierno desde que fue electo.

En migración, no se acordó nada a pesar de que el planteamiento del presidente mexicano fue una expansión de las visas de trabajo temporales para los migrantes y la regularización de los connacionales ya viviendo en alguna parte de Estados Unidos. La respuesta fue concreta: paciencia; congruente con los pactos específicos definidos en la cumbre de Los Ángeles, en las que estuvo ausente nuestro presidente.

Antes de terminar quiero hacer una corrección. Si se dio un acuerdo y bastante elevado en dólares. Un costo a México de 1,500 millones para que mejore la infraestructura en la frontera, principalmente para cuestiones migratoria y de seguridad y, de paso, mejorar en algo la estructura para los cruces y las actividades aduaneras. Este acuerdo, además del encargo para comprar toneladas de alimentos y fertilizantes a nuestro vecino del norte.

*- El autor es Consejero Nacional de Index, además de Director de Recursos Humanos para LatinAmérica en Newell Brands.

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