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Desde otra patria

Existe una página en las redes sociales que se llama “Mexicali…los de toda la vida”, y me encanta ver las fotos antiguas, las anécdotas de la gente que pobló esta ciudad en el pasado y en ocasiones me tomo el atrevimiento de participar con comentarios que recuerdo haber escuchado de mis padres y abuelos.

Mexicali…los de toda la vida

Por Beatriz Limón

Existe una página en las redes sociales que se llama “Mexicali…los de toda la vida”, y me encanta ver las fotos antiguas, las anécdotas de la gente que pobló esta ciudad en el pasado y en ocasiones me tomo el atrevimiento de participar con comentarios que recuerdo haber escuchado de mis padres y abuelos.

En repetidas ocasiones han publicado la foto de la profesora Flora Castro de Grosso, y siempre señalo con orgullo que fue mi bisabuela, la madre de mi querida abuela Esther Grosso.

Recordando esas anécdotas, les comparto este escrito que elaboré en diciembre del 2012, cuando en la escuela Leona Vicario se inauguró un aula que hasta hoy lleva el nombre de ella, y que fue auspiciada por quien fuera su alumno, el reconocido empresario Rodolfo Nelson Culebro.

Palabras más, palabras menos, así reza mi memoria de hace casi una década:

Con entrega y amor la Profesora Grosso dedicó su vida a sembrar en las primeras generaciones cachanillas la semilla del conocimiento, entre los que fueron sus alumnos destacan los personajes que han forjado Mexicali y le han otorgado una identidad pura a nuestra ciudad.

Con orgullo, y tomándome la libertad de escribir en primera persona este párrafo, acción que en muy pocas ocasiones nos permitimos los periodistas, dedico esta columna a mi bisabuela, Flora Castro de Grosso.

Flora Castro Heras nació en el Puerto de La Paz Baja California Sur el 24 de julio de 1892, fue la penúltima de siete hijos, producto del matrimonio de Juan Castro e Isabel Heras.

Desde muy joven se sintió atraída por la docencia, por lo que ingresó a la escuela Normal, donde concluyó sus estudios con el máximo reconocimiento, recibiendo el diploma del Presidente de la Republica, en ese entonces Porfirio Díaz.

Luego, continuó su carrera como profesora en el poblado de Santa Agueda, cercano al pueblo minero de Santa Rosalía Sur, donde permaneció poco tiempo.

En 1912 es requerida por el Gobierno del Distrito Norte, lo que hoy es nuestro Estado, para dar clases en el poblado de Santelmo, aledaño a San Vicente, municipio de Ensenada.

Gracias a su dedicación y entrega a la docencia, el Gobernador del Territorio Norte, Esteben Cantú le entregó el nombramiento como maestra de tiempo completo en el poblado de El Rosario, fue ahí donde conoció a Ángel Grosso Peña, se casó y procrearon a sus cuatro hijos, Esther, Angela, Carmen y Federico.

En 1917 llegó a Mexicali, donde se instaló como maestra en la recién inaugurada escuela Cuauhtémoc, hoy Casa de la Cultura, donde dio clases por más de cinco años.

Después, su trabajo tuvo continuidad en la escuela Leona Vicario, donde permaneció hasta su muerte acaecida el 3 de abril de 1952.

Su familia la quería velarla en su casa, pero el alumnado y los directivos pidieron que fuera velado en el Salón de Actos de la escuela Leona Vicario, para después ser sepultada en el Panteón Numero 2, en la Colonia Libertad.

Y añado un recuerdo que me contó mi abuela:

“Aun en su lecho de muerte, mi madre, seguía preguntando por sus alumnos de la escuela Leona Vicario, y preocupándose porque siguieran sus estudios”.

Y espero con cariño que esta columna se comparta en “Mexicali…los de toda la vida”.

*Periodista Independiente en Arizona y actual colaboradora para la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos (NAHJ).

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