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Cuestión de Estado

Más aún cuando la realidad de los intereses supremos de la nación se imponen y quienes nos gobiernan cumplen con su responsabilidad en los hechos, aunque, como es el caso, asuman el precio que significa ir en contra incluso de lo que muchas veces en el discurso se dice pero no se piensa.<br /> 

“Negociar es pactar. Pactar no es ceder”
Cicerón

Más días de éstos!

Más aún cuando la realidad de los intereses supremos de la nación se imponen y quienes nos gobiernan cumplen con su responsabilidad en los hechos, aunque, como es el caso, asuman el precio que significa ir en contra incluso de lo que muchas veces en el discurso se dice pero no se piensa.
Lejos muy lejos de aquello que se ha sostenido en el sentido de que el neoliberalismo es el padre de todos los males de nuestra economía, enorme gusto da constatar el que nuestro presidente López Obrador, con aplomo y visión de largo plazo, haya impulsado con todo la ratificación de lo que en su origen fue el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica y que se ha convertido en el nuevo T-MEC entre México, Estados Unidos y Canadá, que, en los hechos y gracias a nuestro actual presidente, a la par de su original creador, Salinas de Gortari y refrendado por Peña Nieto, seguirá representando para nuestro país precisamente la palanca de crecimiento y desarrollo detonadores que tienen como fundamento básico el libre comercio inmerso en el liberalismo económico que ha convertido a México en una potencia manufacturera y exportadora de nivel mundial.
Y es que se retoma la certidumbre perdida en muchos sentidos con la acertada determinación de un Presidente López Obrador en su mejor versión pragmática de la realidad que demuestra que si sabe distinguir, ya desde el poder, el que hay que desdecirse de muchas cosas que en algún momento se sostuvieron pero que no se soportan a la hora de la verdad, a la hora de asumir con inteligencia la monumental y estratégica relación comercial bilateral con los EUA y la no menor con Canadá, por citar el ejemplo que nos ocupa.
Más allá de que como en toda negociación se pacta y se avanza cediendo y obteniendo, la asimetría propia de los tamaños de mercados compartidos, así como la coyuntura política de un 2020 de elecciones presidenciales (noviembre) en medio de un proceso de impeachment al Presidente (enero) en los Estados Unidos, significaban hechos contundentes que ameritaban lo que nuestro gobierno hizo, acelerar la negociación para aterrizarla en algo concreto que pueda contrastar con la realidad nacional de una economía con 0% de crecimiento en 2019 (primer año del nuevo gobierno) que urgentemente necesitaba de una bocanada de oxígeno como  significa la señal de que México le apuesta a la integración con América del Norte para que siga siendo la punta de lanza por mejores años en el futuro, lo anterior entendido como una cuestión de Estado.
Si a lo ya expuesto le sumamos la convocaría en Palacio Nacional de todas las fuerzas políticas opositoras en el Congreso de la Unión, los empresarios y demás actores clave que le dan viabilidad a una nación necesitada de más de encuentros que de desencuentros como la nuestra , pues no resta más que hacer votos por más días de éstos encabezados por el ejemplo de un gobierno dispuesto a rectificar y a dar la lucha que hay que saber dar sin distracción y con altura de miras.

*El autor es editorialista local/consejero CDEM.

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