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¿Como, eso es todo?

Podrá Andrés Manuel López Obrador imponer su punto de vista sobre la delincuencia común y la organizada, como la institucionalización de sus creencias personales.

Por el derecho a la libertad de expresión.

Podrá Andrés Manuel López Obrador imponer su punto de vista sobre la delincuencia común y la organizada, como la institucionalización de sus creencias personales, pero eso no quiere decir que sea lo mejor para el país. Estoy de acuerdo que era riesgoso el enfrentamiento armado contra los delincuentes en los hechos de Culiacán, por las bajas de civiles, pero también era necesario y urgente mostrar mano dura y solidez. Además, algo deberemos pagar por la seguridad. Ahora, ya pasados los días, la inseguridad a nivel nacional se ha incrementado. Pero lo peor, es que la delincuencia organizada sabe que tiene el poder armado efectivo y disuasivo. Ahora saben que pueden negociar la paz o encender la guerra.

El ejército y la marina habían estado siendo doblegados por ciudadanos que los agredían, desarmaban y golpeaban sin ninguna respuesta efectiva y/o defensiva, y ahora les sucede esto. En realidad, no tienen ningún ascendiente sobre la población. Se les mira como quienes actúan en momentos de desastres naturales. Se les conoce por sus agresiones a los ciudadanos indefensos y por los excesos que cometen, violando las Derechos Humanos y cualquier garantía constitucional. Concluyendo ahora con que no pudieron enfrentar al crimen organizado por órdenes presidenciales. Entonces, ¿Para dónde vamos? ¿Deben defender a los enemigos internos y externos estas dos corporaciones militares o no? Dejarlos libres ¿eso es todo?

Una realidad innegable es que al Gobierno Federal le corresponde defendernos, así como establecer el orden social, la seguridad y el respeto a la ley. Si no se persigue a la delincuencia los delitos crecen y aumenta la impunidad. Al dejar en libertad a quien ya se les había aprehendido, sin, además, buscar enfrentar a quienes estuvieron atacando con armas de alto poder a la población, abre completamente al país a nuevos actos de franca guerra interna. La realidad inobjetable es que, nadie acostumbrado a la violencia y al uso ilegal de las armas, cambiará de actitud con palabras vanas, ni amenazas de que se les castigará si siguen actuando mal.

Andrés Manuel López Obrador le debe a la ciudadanía. Es verdad, regresó la calma, pero también es cierto que las armas están cargadas y solo esperan la orden para que vuelvan a ser disparadas. Mientras tanto, todos los cuerpos policíacos de los tres niveles de gobierno están ubicados por la ciudadanía, no como entes investigadoras y procuradoras de la justicia y protectores de la población, sino como quienes se encargan de violar las leyes más elementales a discreción, de manera cotidiana y en todos los sitios del país. A un agente de la policía se le mira como un delincuente porque así es como actúa.

Nuestro país es un caos. No hay un solo espacio donde se respete la ley. Ahora, con esta actitud de López Obrador, la creencia general es que se está negociando la paz con los delincuentes. Si es así, no será fácil pues la delincuencia organizada se conforma de varios grupos poderosos y actúa en diferentes escenarios. Vale.





* El autor es Lic. En Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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