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Baja California y sus maestros I

Si nos fijamos en las noticias, los maestros sólo aparecen como figuras polémicas: se quejan de sus condiciones de trabajo, protestan por la falta de pagos, se manifiestan públicamente contra el orden establecido porque quieren un mundo mejor para ellos y sus educandos.

Si nos fijamos en las noticias, los maestros sólo aparecen como figuras polémicas: se quejan de sus condiciones de trabajo, protestan por la falta de pagos, se manifiestan públicamente contra el orden establecido porque quieren un mundo mejor para ellos y sus educandos. Quien crea que la labor del maestro sólo debe circunscribirse al salón de clases es que no entiende el sentido integral del proceso enseñanza-aprendizaje. El maestro es un factor de cambios porque la educación es un mecanismo liberador de atavismo, uno que transforma a las personas por medio del conocimiento, la razón y la experiencia. Ser maestro es serlo en todos los aspectos de la vida, en todos los ámbitos de la cultura y la sociedad.

Así, la educación en Baja California ha sido, en el caso de nuestros maestros, un trabajo continuo por ofrecer lo mejor del saber y la ética de su tiempo para beneficio de toda la comunidad por medio de su enseñanza a los estudiantes a su cargo. Los tiempos y las realidades, los usos y las costumbres cambian así como cambian los métodos de enseñanza y las posturas educativas sobre lo correcto y lo incorrecto, lo benéfico y lo perjudicial. Pero el deseo de enseñar, ése es el verdadero motor de las transformaciones educativas en nuestra región, en esta frontera llena de frutos por cosechar, plena de esperanzas por llevar a cabo. Educar como dar un paso adelante. Educar como avanzar con los ojos bien abiertos.

Se puede, desde luego, creer que el oficio de maestro consiste sólo en abrir camino a las generaciones jóvenes para que sepan en hombros de qué gigantes están paradas, pero también hay un componente esencial en este proceso que va más allá de programas, sistemas educativos, leyes y normatividades: el maestro es un ser humano que da su tiempo, su talento, sus habilidades para hacer de su tarea una labor profesional, pero sin el factor emotivo, sin la empatía cordial para acercarse a los alumnos, la educación es sólo un proceso industrial para capacitar para el trabajo y no lo que realmente es, lo que integralmente es: un aprendizaje desde los sentidos y desde el corazón para hacernos mejores seres humanos, mejores ciudadanos.

¿Qué maestros destacan en Baja California? Yo diría que cientos, que miles. Entre ellos están el profesor Antonio Puente Ortiz, quien llega a Baja California en 1947. Forma parte, como profesor, del Instituto de Ciencias y Artes del estado. En 1979, ante el incendio del pozo petrolero mexicano Ixtoc-I, inventa la solución al problema, diseñando la campana que lo obtura y lo apaga, campana que Pemex utiliza para terminar con tal incendio. Por su ayuda para detener esta catástrofe, el gobierno mexicano le otorga la medalla al Mérito Civil. Autor del libro Ixtoc-I. Fuego y bruma (1981), donde relata su lucha contra la burocracia federal para que tomaran en serio su propuesta ingenieril.

O como el profesor Jesús Cortés Limón, quien realizó sus estudios primarios en la escuela Cuauhtémoc de Mexicali. Ahí cursó estudios para maestro de primaria en la escuela normal y preparatoria, se graduó en 1932. Su primera comisión fue en la escuela Miguel F. Martínez, en Tijuana. En septiembre de 1938 fue nombrado director de la escuela rural del kilómetro once de La Mesa de Tijuana. Es uno de los maestros fundadores del Instituto Técnico Industrial (ITI). En 1959 fue ascendido a director de esta escuela, donde permaneció hasta su jubilación. Fue uno de los impulsores de las preparatorias de la UABC.

O como la profesora María Luisa Bargalló, catalana, barcelonesa, quien arribó a México el 13 junio 1939, como parte de la migración de la Guerra Civil Española. Llegó a Tijuana, en noviembre de 1948. Estudió la Preparatoria y la carrera de Química Farmacéutica Bióloga en la Facultad de Ciencias Químicas de la UNAM. Tomó cursos esporádicos de actualización profesional y métodos de enseñanza a lo largo de los años que ejerció el magisterio. Impartió clases de química en la Escuela de Agua Caliente, conocida en ese entonces como ITI y después la “Poli”, donde impartió las clases de química a los grupos de ingeniería, ciencias químicas y ciencias biológicas hasta su jubilación.

Estos tres ejemplos y muchos más nos indican el cumplimiento de un deber educativo encarnado en toda una vida de esfuerzo y dedicación por Baja California.

*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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