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Algo deben decir

Dadas las condiciones sociales de altísima peligrosidad y riesgo inconmensurable, los candidatos a los diferentes puestos de elección popular algo están obligados a decir al respecto. La preocupación central de los bajacalifornianos es, sin lugar a duda, la constancia y la tendencia al incremento de los ajusticiamientos

Por el derecho a la libertad de expresión.

Dadas las condiciones sociales de altísima peligrosidad y riesgo inconmensurable, los candidatos a los diferentes puestos de elección popular algo están obligados a decir al respecto. La preocupación central de los bajacalifornianos es, sin lugar a duda, la constancia y la tendencia al incremento de los ajusticiamientos. Los tres niveles de gobierno no solo están perdiendo una batalla que no han emprendido, sino que el control de la dinámica social lo define el crimen organizado. Según los datos que proporcionan los medios, las ejecuciones son en su mayoría de personas que estuvieron o están relacionadas con la compra, venta y uso de estupefacientes. En los eventos fatales, no obstante, han perecido o han sido heridos ciudadanos inocentes pero esos casos son circunstanciales. Las acciones son entre cárteles y las fuerzas policíacas gubernamentales no se involucran, aduciendo que eso no es parte de sus obligaciones. La verdad es que no tienen la capacidad armamentista, ni una estrategia efectiva, ni suficiente fuerza humana, ni la convicción de que deben hacer algo. Por consiguiente, nosotros los simples mortales, estamos indefensos ante lo que venga.

En ese tenor, los candidatos, todos, se han dedicado a hablar de democracia, de mejores condiciones de gobierno, de respeto al voto, de que van a incrementar las obras públicas y los mismos lugares comunes que siempre tocan. No han pintado una raya clara y contundente, de lo que van a implementar para regresarnos la relativa tranquilidad que disfrutábamos. El caos y la anarquía social que sufrimos no son rentables para ellos y no los tocan, porque les tiemblan las piernitas. Si fueran consecuentes y de verdad estuvieran interesados en modificar la situación social que padecemos, ya se habrían pronunciado contra el crimen organizado y el fin de la violencia fatal. Pero ellos también están temerosos y quieren evitar las consecuencias que les acarrearía un posicionamiento radical contra el crimen organizado.

El propio Andrés Manuel López Obrador no encuentra la forma de detener esta situación. Sus expresiones simplistas de abrazos contra balazos han oxigenado las agresiones, porque no hay una fuerza real que los combata y los amedrente. Al contrario de lo que esperaba el presidente, los ataques contra las fuerzas policíacas, el ejército, la marina, la guardia nacional y cualquier otra corporación de este tipo, son cada vez más agresivos y violentos. Por su parte, las fuerzas oficiales no dan pie con bola. Les queman las unidades y los dejan desprotegidos. La inmovilidad los vuelve vulnerables y se incrementan los riesgos. Están expuestos y son blancos fáciles.

Por eso nos preguntamos los ciudadanos, ¿Qué buscan los candidatos realmente? ¿En qué lugar de su programa de gobierno tienen la lucha contra la violencia y la delincuencia? ¿Piensan, como los actuales, permanecer ciegos y hacer oídos sordos a las quejas y exigencias de que actúen? ¿Sus intereses reales son alimentar su egoísmo y vanidad siendo el centro de la conversación sin comprometerse? ¿Solo van por los recursos financieros que obtendrán? Los ciudadanos esperamos respuestas, acciones y posicionamientos claros. Ya deberían estar dejando de lado lo irrelevante y atender lo perentorio. Ya deben pisar fuerte y levantar la voz para regresarnos la paz y la tranquilidad. ¡Ya fájense los pantalones y digan algo! Vale.

* El autor es Lic. En Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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