Al tiempo….
El martes pasado el presidente López Obrador celebró el primer aniversario de su victoria en las urnas, llama poderosamente mi atención que en su ánimo esté la conmemoración de ésta fecha.
Somos lo que hacemos
El martes pasado el presidente López Obrador celebró el primer aniversario de su victoria en las urnas, llama poderosamente mi atención que en su ánimo esté la conmemoración de ésta fecha, importante para él y para sus más cercanos colaboradores, pero de ello a procurar que trascienda en el calendario cívico nacional como el nacimiento de la cuarta transformación hay un peligroso camino recorrido.
Me preocupa su estilo personalísimo de gobernar, en dónde nunca la suma de las partes será más que su persona, López Obrador es un caudillo, no el líder de un equipo sólido que vaya a transformar éste país. Su pensamiento en maniqueo, o estás con él o estás en su contra, este acompañado de una estrategia de comunicación que está dividiendo a amplios sectores de nuestro país.
Los trascendidos que provienen de Palacio Nacional marcan a un hombre que casi nada consulta, que decide los temas a tratar y la forma en la que los mismos serán presentados cada una de las mañanas, nos han dicho que cada día antes de iniciar cada una de sus conferencias llegan a sumar hasta 120 funcionarios que están presentes para ver si tienen la oportunidad de tratar un tema con el presidente. No cabe duda de que su estilo de comunicar y su modo de vida austero, han sido sus dos principales atractivos, no hay duda alguna los ha manejado magistralmente.
Soy un convencido de que la cruzada en contra de la corrupción es sólo un ardid publicitario, nada sería más importante para el país que López Obrador diera cumplimiento a ello; creo que hay elementos suficientes para entender que en su momento pactó con Peña Nieto, por ello, la acusación sin sustento hacia Ricardo Anaya, acusación de corrupción que fue tan contundente para acabar con las aspiraciones del abanderado panista, dándole como consecuencia directa el amplísimo margen con el que López Obrador ganó.
La cancelación del aeropuerto no tiene sentido alguno, hizo lo mismo hace unos días al preguntar en un mitin si se estaba de acuerdo o no con la implementación de una importante obra de transporte urbano en Torreón, estando presentes los concesionarios de taxis que ser verían afectados por su implementación; debe de preocuparnos que esté dispuesto a no cumplir la ley cuando así lo considera razonable, la forma en la que ha iniciado el embate en contra de los organismos autónomos es realmente un peligro para nuestro país, si la maldita corrupción es el pretexto, que nuestras cárceles sean el destino de muchos malos funcionarios que han defraudado la confianza de nuestra gente, el colmo es que muchos de ellos hoy son parte del equipo más cercano del Presidente, hago votos porque Bonilla no llame a Jaime Díaz, o Pérez Tejada para que sean sus funcionarios, o, ¿esa también será la tónica de la cuarta transformación en nuestro estado?
La estrategia del Gobierno Federal es populista y se basa en programas sociales clientelares, o incrementa impuestos o no alcanzará el presupuesto, la estupidez de dos bocas y la inviabilidad económica del Tren Maya serán de un impacto que no hemos dimensionado; por supuesto que quiero que a López Obrador le vaya bien para que a nuestro país le vaya mejor, hacerlo en un modelo basado en una simulación no es el camino correcto, al tiempo.
*El autor es empresario, ex dirigente de la Coparmex Mexicali.
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