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A dónde van los desaparecidos

¡No abras la puerta! Es el consejo que se remiten a dar a los inmigrantes sobre las anunciadas redadas que se suponía iniciarían este domingo, pero que bajo el factor “sorpresa” arrancaron el pasado viernes en diferentes ciudades de Estados Unidos. 

¡No abras la puerta! Es el consejo que se remiten a dar a los inmigrantes sobre las anunciadas redadas que se suponía iniciarían este domingo, pero que bajo el factor “sorpresa” arrancaron el pasado viernes en diferentes ciudades de Estados Unidos.

Lo cierto es que no es una novedad que se estén llevando a cabo estos “levantones” por parte de los agentes de los Servicios de Inmigración y Aduanas (ICE). Hace tiempo vienen sucediendo, pero de manera silenciosa, rapaz y a “cuenta gotas”.

Una pequeña ciudad de Arizona, conocida como Avondale, es un claro ejemplo de esta situación, donde el miedo es el pan de cada día para los indocumentados que viven en una área de casas rodantes, y donde la “migra” bajo el disfraz de civil, caza a las familias día tras día, clareando el alba, cuando van rumbo a su jornada laboral.

Cada vez son más los casos de los desaparecidos en esta comunidad, el amigo del vecino, el compadre, la comadre, el de la otra cuadra, el esposo de Lupita, el hijo de Juan, Laura la de la esquina, la señora que vendía tacos, Simón el jardinero, de pronto ya no están.

Arturo Oblea, un inmigrante de Guanjuato me resumió en unas cuantas palabras su sentir: “Solo nos queda echarnos el miedo al lomo y salir a trabajar, viviendo aquí solo sabemos que salimos, pero nunca si vamos a regresar".

Las historias que se escuchan en ese pequeño poblado acerca de que la "migra ya ha levantado a muchos en el barrio" llenan de sobresalto a los indocumentados, pero de igual forma tienen que cumplir con sus labores para no poner en peligro sus trabajos y el sustento de sus familias.

Arturo desde su jardín me relató la forma tan triste que perdió a su compadre Pedro, fue durante un convivio familiar, el vecino había soltado a su perro que intento morder a varios niños, por lo que le pidió de “favor” amarrar al animal. El vecino molesto amenazó con “echarle a la migra”. A los dos días un auto blanco sin insignias de ICE lo estaba esperando a la salida del complejo habitacional, lo detienen y lo deportan. Así de sencillo.

Y ni hablar de Manuela Álvarez quien perdió a su marido, Juan Rincón, hace un mes, cuando migración lo detuvo en el mismo lugar que al compadre Pedro.

Ahora Manuela se enfrenta sola a la vida en Arizona con tres hijas que mantener, vive atemorizada y siente que cada que va a trabajar los del “carro blanco” la estén esperando para llevársela de vuelta a México.

Así que la amenaza del presidente de EE.UU, Donald Trump, de que por medio de las redadas de ICE “van a sacar a la gente y los llevarán de vuelta a sus países”, no es nada nuevo. Es parte del marketing que utiliza para acaparar de nuevo la atención asumiendo ser el mandatario de “mano dura” contra la migración. Son épocas electorales, y es una formula efectiva para el republicano que busca con su retórica hacer creer a sus seguidores que logrará su tan ansiado anhelo de “Make America great again”.

Lo cierto es que las redadas nunca han parado, se hacen de forma silenciosa, encubiertos bajo el disfraz de la impunidad, en comunidades aisladas, donde los inmigrantes solo susurran y observan como sus vecinos, amigos y familiares desaparecen lentamente.







*La autora es Corresponsal de la Agencia Internacional de Noticas Efe.