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2021: contra el infanticidio y el feminicidio

Hemos terminado un año de la manera más vil que pudimos. No logramos levantar las expectativas de justicia, seguridad social ni del más elemental humanismo que requiere una nación.

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Hemos terminado un año de la manera más vil que pudimos. No logramos levantar las expectativas de justicia, seguridad social ni del más elemental humanismo que requiere una nación. Al contrario, pareciera que íbamos contra el reloj, tratando de establecer un récord mundial en violencia, delincuencia e inseguridad social. En Tecate, cuando habíamos logrado durante décadas, conservar un ambiente tranquilo y de convivencia pacífica, nos transformamos en una ciudad violenta y con atentados de ajusticiamiento, efectuados en lugares no sólo públicos, sino en zonas comerciales de abundante clientela. El nerviosismo con el cual nos comportamos, muestra el impacto que los ajusticiamientos han tenido en nuestra conducta. Ya no salimos a disfrutar del medio ambiente, ahora mostramos inquietud, observamos a los demás con ojos inquisitivos y procuramos terminar pronto nuestras actividades fuera del hogar. Tecate y todo el país, esperan desgracias a cada momento.

El exacerbado incremento de asesinatos en las calles y colonias, muestra una tendencia hacia el infanticidio y el feminicidio, que nos está ubicando en el ámbito internacional, como una sociedad cruel y despiadada en contra de la niñez y las mujeres. Los actos inhumanos con los cuales se aniquila a los niños son cada vez más salvajes. Pareciera un concurso nacional de salvajismo. Los casos de menores de edad violados sexualmente, asesinados con brutalidad, desmembrados y tirados en cualquier parte, nos están caracterizando. La ferocidad con la cual las mujeres son raptadas y/o arrebatadas de las familias, para ser violadas, golpeadas y torturadas con un ensañamiento impregnado de odio e inhumanidad, son sucesos que ya son parte de nuestra cotidianeidad. Ser mexicano es casi sinónimo de homicida.

El crecimiento de casos de personas desaparecidas, de cualquier sexo y condición social, es alarmante. La respuesta de los organismos encargados de la seguridad social -asunto inexistente en México- es insultante, por la inercia con la cual reciben las denuncias diarias. La sociedad civil y, especialmente las madres mexicanas, han respondido organizándose y formando agrupaciones de búsqueda de desaparecidos. Las áreas rurales están siendo recorridas día con día, por grupos armados con palas, picos y otros utensilios apropiados para escarbar. La pérdida de la confianza ha logrado reunir a dolientes que, dándose apoyo mutuo, desafían los rigores del clima y peinan sitios tratando de, cuando menos, recuperar los restos de los hijos, hermanos o padres desaparecidos.

Así, de esta manera tan vil y despiadada, estamos iniciando un nuevo año sin ver un horizonte de tranquilidad. Los que no hemos sido víctimas de secuestros de familiares, vivimos en plena incertidumbre. Estamos esperando la mala noticia de que tengamos que integrarnos a las Madres buscadoras, que lloran sus tristezas entre ramas y basura, con la esperanza de recuperar lo que sea de sus seres queridos. Este es nuestro país y estas son las condiciones negativas con las cuales iniciamos este año. No hay buenas expectativas en el corto, mediano y largo plazos. No se mira ni se espera que algo vaya a cambiar. Los tres poderes de gobierno están más preocupados en ver cómo se apropian de los recursos financieros, que en modificar las cosas. No espero cambios, sin embargo, les deseo que logren lo mejor posible este próximo año. Vale.

* El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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