Zona Sísmica
Baja California tiene el enorme reto de quitarse los últimos lugares de participación ciudadana en las jornadas electorales, por lo que los 2 millones 731 mil 567 residentes de Baja California que cuentan con credencial de elector deberán marcar la diferencia. La participación en la pasada elección presidencial fue del 53% en el Estado, por debajo del promedio nacional de 66.14% de participación ciudadana. Mientras que en los comicios para elegir a diputados federales de 2015, la participación fue de 47% a nivel nacional, mientras que en Baja California anduvo apenas llegando al 30%, siendo el último lugar a nivel nacional. La ciudad que más votantes tiene es Tijuana con 1 millón 386 mil 657 ciudadanos con credencial, seguido por Mexicali con 776 mil 148 votantes, Ensenada con 391 mil 569, Rosarito con 92 mil 555 ciudadanos y finalmente Tecate con 391 mil 569 electores. La importancia del voto radica en que no decidan por nosotros y que se viva una verdadera democracia en el País y no sea menos del 50% de los ciudadanos los que elijan quién guiará los próximos 6 años a nuestro País. Elecciones tranquilas En Baja California se esperan elecciones tranquilas, o al menos es lo que avizoran las autoridades en el Estado, a diferencia de lo que se pudiera presentar en otros estados. Aunque esto no implique que en el Estado estén resguardando la elección 2 mil 300 elementos de seguridad de las distintas corporaciones municipales, estatales y federales. Entre los llamados que atienden las autoridades son de gente molestando o que se encuentran inhibiendo el voto hacia alguno de los partidos, siendo ahí que actúan conforme a la petición de las autoridades electorales, es decir, los presidentes de casilla. Hay que recordar que en alguna ocasión ya se dio la quema de urnas en Mexicali, hecho que por cierto quedó en el olvido e impune, por lo que habrá que estar atentos de cómo se desarrolle mañana la jornada electoral. PAN, expulsión en la víspera La hebra siempre se rompe por su parte más delgada, así lo viene a confirmar la expulsión de las filas del PAN de los senadores Ernesto Cordero y Jorge Lavalle, junto con la ex diputada federal Eufrosina Cruz, dada a conocer en las últimas horas. La verdad, la decisión no causa sorpresa toda vez que desde tiempo atrás se hicieron públicas las discrepancias entre Cordero y el PAN. Sí llama la atención, en cambio, que la defenestración de los tres militantes panistas se haya producido en la víspera de la jornada electoral en la que 88 millones de mexicanos elegirán Presidente de la República, senadores, diputados federales, gobernadores de 9 estados y un sinnúmero de cargos locales. Juzgue usted la hondura de las diferencias a partir de lo poco que le importó al PAN que uno de los expulsados sea nada menos que el presidente en turno del Senado de la República, Ernesto Cordero, quien nunca disimuló sus gestos de simpatía por un candidato presidencial ajeno a su partido y semanas atrás haya interpuesto una demanda en la PGR en contra del aspirante panista, Ricardo Anaya Cortés, con quien mantiene hondas diferencias. Se debe recordar, además, que Cordero y Lavalle, el otro senador expulsado, integraron el grupo autodenominado los "rebeldes del PAN", junto con los también legisladores Salvador Vega Casilla, Roberto Gil y Javier Lozano. Por su parte, la ex diputada oaxaqueña Eufrosina Cruz se sumó al equipo de campaña de la aspirante presidencia independiente Margarita Zavala, otra de las disidentes del partido blanquiazul. Así, el PAN llega a esta jornada electoral con profundas divisiones internas, de modo que cualesquiera que sea el saldo que obtenga en estas votaciones, se podrá decir que todas serán "victorias pírricas", esas que se obtienen a un altísimo costo.
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