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Zona Sísmica

Se portan mansitos Los aspirantes a la diputación del 07 distrito electoral federal sostuvieron ayer un intercambio de opiniones, durante el Foro Electoral organizado por LA CRÓNICA, donde con toda libertad y en la medida de su preparación respondieron a los cuestionamientos. Juntos pero no revueltos estuvieron Adriana López Quintero (PRI) Julio Antonio Valladolid Macfarland (PVEM), Yésica García Valdez (Panal), Juan Ramón López Naranjo (PAN-PRD-MC) y Erick Isaac Morales Elvira (Morena-PT-PES). Entre los puntos que más llamaron la atención se encuentran dos temas que suenan populares, y a la vez populistas, como el de "enderezar" los "carros chuecos", es decir, los vehículos que han sido introducidos ilegalmente al país sin pagar impuestos y que circulan al amparo de pseudoorganizaciones defensoras del patrimonio familia. El que se vio muy interesado en el tema por ser su ramo, fue López Naranjo, quien se comprometió a arreglar casi casi de un plumazo esa situación que incomoda a miles de cumplidos propietarios de vehículos que sí han tenido que pagar para estar dentro de la ley. Por ser el distrito 07 uno de los más grandes que incluye parte de Mexicali, San Felipe, Tecate y Ensenada, una de las preguntas obligadas fue cómo resolver la situación de la pesca en el puerto cachanilla. En realidad las propuestas de los candidatos fueron vagas y demasiado generales, ninguna que se pueda decir que en realidad puede servir para salvar al golpeado puerto por la veda a la pesca impuesta desde hace más de dos años por el gobierno federal encabezado por el presidente Enrique Peña Nieto, para salvar a la vaquita marina. Parece que los candidatos del 07 quedaron a deber bastante, porque lamentablemente a veces no alcanzaban a llenar con sus argumentos siquiera el minuto o dos minutos del tiempo de sus intervenciones. El futbol y la Doctrina Monroe En alto contraste con lo que sucede en el ámbito del comercio internacional, la FIFA decidió otorgar la organización del Mundial de 2026, no ya a un país en lo individual, como ha sido casi siempre, ni a dos, como ya ocurrió en la copa 2002 jugada en Corea del Sur y Japón, sino, por primera vez en la historia del futbol, a tres naciones: Estados Unidos, México y Canadá. Curiosamente, la misma región tripartita cuyos gobiernos no han podido ponerse de acuerdo para renovar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte tras meses de renegociaciones. Desde luego, no es lo mismo organizar una justa deportiva, aun de las dimensiones y complejidad de un Mundial de futbol, que ponerse de acuerdo en el conjunto de reglas que debe regir el intercambio comercial en la región, más cuando la potencia que lleva la voz cantante en el tema es alguien tan impredecible e iracundo como el presidente Donald Trump, quien ciertamente no tiene el carisma de Gianni Infantino, el dirigente de la FIFA; pero el hecho de que la decisión sobre el Mundial 2026 se haya resuelto tan apabullantemente sobre la débil propuesta de Marruecos no habla de otra cosa sino del gran negocio que proyectan consumar los promotores de la copa de Norteamérica en una región que en conjunto rebasa los 500 millones de habitantes. Ya se habla con gran bombo del primer Mundial tripartita, pero el nombre resulta un tanto engañoso, porque en realidad el terreno de juego será muy desigual para los tres países participantes, toda vez que de los 80 partidos que conformarán la competencia, 60 se llevarán a cabo en ciudades de Estados Unidos (con la consecuente derrama económica), 10 en Canadá y otros 10 en estadios mexicanos (el Azteca, el de las Chivas y el de Rayados de Monterrey). Resulta así que las ganancias que deriven del Mundial 2026 quedarán, en su mayor parte, en Estados Unidos y el resto se repartirá entre los socios menores. Como quien dice, el lema de la Doctrina Monroe sigue vigente: "América para los (norte)americanos".

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