Punto de inflexión
Razonar "La razón se compone por verdades que hay que decir y verdades que hay que callar" Rivarol Inmersos de lleno los mexicanos en la última etapa de la transición del poder presidencial a suceder el próximo 1 de diciembre, tanto el equipo del gobierno entrante como el saliente, encabezados por el presidente electo López Obrador y el constitucional Peña Nieto, siguen mostrando, con sus distintas posiciones y argumentaciones, las coincidencias y las divergencias propias entre estilos muy distintos de entender la administración pública y la manera de ejercer el gobierno. Lo anterior no solo es sano y razonable en estricto sentido, sin embargo, sobretodo para quienes habrán de asumir el enorme compromiso de gobernar el país por los próximos seis años, con toda la complejidad implícita, resulta imperativo entender que la campaña (con todas las ocurrencias y promesas que tan a la ligera se sueltan a los cuatro vientos) ya acabó y que ha llegado la hora de la verdad, de la responsabilidad, en donde razonar con ecuanimidad, objetividad y altura de miras poniendo por delante los intereses de la nación por encima de la demagogia (aunque lo anterior genere decepción y cuestionamiento de quienes fueron tan cándidos que literalmente se creyeron todo) es lo que se espera de las nuevas autoridades partiendo de la base de que no solo internamente, sino evidentemente al exterior, las condiciones económicas pronostican tiempos difíciles que requieren decisiones acertadas. Ejemplo ilustrativo de lo anterior representó la reciente comparecencia del Secretario de Economía del Gobierno de la República (Ildelfonso Guajardo) en el Congreso de la Unión no solo por sus razonamientos objetivos y reales, duros económicamente hablando, por ende no tan populares, respecto a su opinión sobre las consecuencias de la promesa del próximo gobierno respecto a bajar el IEPS al precio de las gasolinas, a la par de comparaciones muy certeras y contundentes en otros rubros de la economía seis años después versus el gobierno del ex presidente Calderón en respuesta precisamente al cuestionamiento de un diputado federal panista. “La gente pobre no come gasolina, come tortilla, leche, huevo”. La inflación acumulada con Calderón fue del 4.5%, con Peña del 4; crecimiento trimestral promedio durante el sexenio con Peña del 2.4 y Calderon 1.7; el precio del pollo en sexenio de Calderón subió 58%,tortilla 66, huevo 100 vs 19,17 y 0 respectivamente en el de Peña. Adicionalmente, el salario mínimo se recuperó 16% con Peña por apenas del 1.5% con Calderón. Así las cosas, el boquete que representaría a las finanzas públicas el dejar de percibir el IEPS en gasolinas como está sin duda alguna propiciará que el gobierno deje de implementar programas sociales y asistenciales para los sectores más desprotegidos de la sociedad a los cuales no se puede desamparar. Por citar una palabra, razonar es la correcta si nos queremos referir a lo que un gobierno con corte de izquierda, que pregona el que los pobres vayan por delante, sobre lo que debe hacer antes de caer en la tentación de tomar medidas irresponsables de largo plazo pero populares en el corto. Ahí están los patéticos casos de Venezuela y Argentina por citar dos ejemplos de las tentaciones populistas y demagógicas de sistemas de gobierno con políticas públicas insensatas de control de precios, estatismo y subsidios (por citar algunas) que distorsionan las variables del mercado dando al traste con las que tienen que ver con la preservación de las cifras macroeconómicas como el cimiento que pueda poco a poco impactar en las micro. El autor es editorialista local/consejero CDEM.
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