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Punto de inflexión

A dos meses...

"Es de sabios cambiar de opinión"

Refrán popular mexicano

A escasos dos meses de que el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, asuma el poder, si algo habría que destacar para bien de la nación es el carácter institucional y respetuoso con el que el Presidente en funciones, Enrique Peña Nieto, y su contraparte electo en democracia, han dado el ejemplo a seguir a sus respectivos gabinetes de lo que debe de ser una transición tersa y madura tomando en cuenta el alto grado de responsabilidad implícito en ambas partes. Dicho lo anterior, de igual manera llama la atención lo que en los hechos está siendo ya evidente respecto al proceder del que será presidente de todos los mexicanos por los siguientes seis años.

En este sentido, al momento, diría que su actuar y el de su equipo en conformación está cargado de claroscuros.

Resulta claro que empieza a pesar ya la realidad de lo que significa asumir el control del barco siendo el capitán y ya no un mero espectador. Sin duda alguna, lo que tantas veces repitió por los pasados 12 años un candidato que por fin se convertirá en presidente, empieza ya, incluso antes de asumir el poder, a chocar con la terrible realidad que en muchos sentidos evidenciará el hecho de que mucho de lo que se dijo en la palabra simplemente no es viable en los hechos.

Ahora bien, nada de lo anterior significa algo nuevo en el horizonte.

Es claro que mucho de lo que se dice en campaña se asume que a final del día será imposible llevarlo a los hechos durante la gestión de gobierno (aunque muchos despistados piensen lo contrario), sin embargo, tener la inteligencia de saber que habrá que moderarse en muchas de las iniciativas y planes respecto a lo que el país tiene como soporte innegable de desarrollo hacia el futuro deberán aparecer por parte de un nuevo gobierno, que, en la realidad, empiece a reconocer mucho de lo avanzado por el saliente (reformas estructurales) para apalancarse.

Insisto, lo anteriormente dicho implica un alto grado de sabiduría y sensatez por parte de quienes nos habrán de gobernar partiendo de la base de que es, en esos términos, no solo lo que más conviene a sus propios planes de gobierno, sino lo más importante, a México en su conjunto.

Siendo así y por consecuencia, lo deseable sería que en los citados términos las nuevas autoridades asuman desde ya que la decepción de muchos que ilusamente creyeron muchas cosas imposibles de lograr y que incluso nos llevarían por el camino equivocado con políticas de gobierno caducas que demostraron ya su fracaso una y otra vez (léase Venezuela, por citar un ejemplo), vendrá y que simple y llanamente habrá que asumirlo como lo que es, el inicio de lo que significa el desgaste del poder a la hora en que se gobierna con la responsabilidad de hacer lo correcto y no necesariamente lo popular.

La transición inédita que vivimos, no lo podemos negar, está causando un ambiente tenso y de alta incertidumbre del mundo entero hacia México... Los mercados están expectantes... nuestros socios comerciales alertas... cientos de miles de millones de dólares, por ejemplo, comprometidos vía contratos firmados con empresas nacionales e internacionales en el marco de las nuevas reglas propiciadas por la reforma energética, que, en los hechos, están esperando señales del nuevo gobierno sobre sin habrán de terminar por aterrizar en México a manera de inversión o no.

Lo dicho... es de sabios cambiar de opinión. Gobernar una nación no es empresa fácil. Inteligente el que así lo entienda y asuma en conciencia de que ello implica pagar el precio de no ser ya tan popular...

El autor es editorialista local/consejero CDEM.

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