Punto de inflexión
Tiempo de… “Jesús es la razón de la temporada” Iglesia Católica Inmiscuidos (muchas veces incluso sin darnos cuenta), en la vorágine que nos marca este mundo y esta sociedad consumista en extremo, en donde si nos detenemos un poco a pensar nos damos cuenta de que de repente vivimos atados a la nueva “necesidad” que constantemente se nos crea y ante la cual la mayoría de las veces sucumbimos, la temporada de navidad es propicia para hacer un alto en el camino con la intención de reflexionar sobre lo verdaderamente importante en esta vida. En particular, quienes profesamos la fé católica, necesitamos caer en cuenta de que estos días son tiempo de natural acercamiento a nuestra iglesia contagiados por la alegría que representa el nacimiento de Jesús. Esa es nuestra principal festividad y no debemos olvidarlo. En este sentido, es importante, con objetividad e inteligencia, sopesar nuestras prioridades para entender que este es un tiempo de reflexión que nos debe de acercar más a Dios comprometiéndonos a vivir nuestra religión de manera más intensa. La navidad, asimismo, debe representar un tiempo para pensar en el prójimo entendiendo que en la medida en que uno sepa dar de corazón tendrá la bendición de recibir por duplicado. Debe de ser un tiempo de la familia antes que nada en conciencia de que es el núcleo fundamental que nos mueve. Tiempo de los compadres y los amigos con quienes tenemos la dicha de compartir tantas cosas y que muchas veces se nos olvida darnos el tiempo para darles un abrazo y desearles lo mejor. Tiempo de entender que la tolerancia y el respeto a quien piensa distinto son los cimientos para establecer relaciones positivas y constructivas en el entendido de que a final de cuentas todos somos seres humanos con virtudes y defectos. Tiempo de compartir nuestras capacidades y experiencias para saber dar un buen consejo, para discernir sobre cuándo hay que callar y cuando hay que hablar, para dejar de lado los prejuicios y vivir la vida con una filosofía inquebrantable en donde sin lugar a dudas es mucho mejor no hablar de nadie a menos de que lo que se vaya a decir sea algo positivo. Tiempo de entender que formamos parte de una sociedad y que nuestro país está plagado de injusticias que de alguna u otra manera a todos nos incumben y que, por lo tanto, en la medida de nuestras posibilidades tenemos que procurar ser parte de la solución en vez del problema. Tiempo de hacer lo necesario por dejar huella no solo con nuestra gente más cercana, sino comprometernos con la idea de trascender de tal manera en que nuestro legado impacte a alguien más garantizando de esta forma el hecho de que ha valido la pena nuestro paso por este mundo. La navidad es motivo de tantas cosas que no me resta más que desearle a usted (mi estimado lector, que por más de 20 años me ha hecho el favor de leerme) lo mejor, en conciencia de que soy un convencido de que el destino no es lo que nos va a pasar sino lo que vamos a hacer siempre y cuando tengamos la humildad de pedirle a Dios que nos preste la esencia de la vida mientras nosotros nos procuramos la salud para estar en posibilidad entonces de hacer lo correcto. ¡Feliz navidad! * El autor es editorialista local/consejero CDEM.
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