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Póstigo

La lucha por la esperanza A pesar de la campaña negra, chapuzas, dinero sucio, propaganda detestable, vocería nociva, noticieros plagados, escribanos pedantes, funcionarios sórdidos, autoridades electorales vacilantes, profetas timadores, instigadores del miedo, charros sindicales, cúpula empresarial endemoniada, párrocos filopanistas, caricaturistas clientelares y harta proliferación de vileza suministrada contra Andrés Manuel López Obrador valieron, finalmente, puro cacahuate pues el domingo pasado resultó triunfante en un proceso donde la mafia del poder y sus vástagos de opereta (Anaya, Meade y "El Bronco") no lograron salirse con la suya. Que nadie finja cortarse las venas: el desenlace electoral 2018 tienen su raíz en aquel árbol que en 1988 sembró el triunfo arrebatado al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, y al margen de los repetidos y sucesivos fraudes cometidos por el priato, fuese de manera organizada o instintiva se fue fraguando cierto acopio de fuerza ciudadana oponente a la estafadora estirpe prianista, a los liderzuelos controladores de jornaleros sindicalizados, a los trasmisores del discurso glorificado a la mafia, a los impostores de la radio y televisión, al perredismo y resto de sanguijuelas socorristas de maneras y costumbres transas. Y aun siendo innegable que lo manifestado en las urnas el primero de julio no se subordina a un sentimiento político común o de pensamiento, lo indudable sugiere que los creyentes de la vía electoral llegaron al límite del hartazgo, al punto de no creer en lo dicho y hecho por empedernidos caciques responsables del denigrante estado económico, político y social impuestos al pueblo que, por cierto, respecto a la desigualdad social inventarios diversos demuestran que los estragos de semejante viruela muestran a México peor que los africanos. En efecto, cuando un minúsculo 10% de sujetos concentra el 65% de la riqueza nacional, controla la producción de bienes y servicios, centraliza el potencial financiero, distribución de los bienes de consumo, compraventa mercantil y retiene la fertilidad del suelo, subsuelo, mares y costas; llanamente acaparan la vida y muerte del sobrante 90% de la población, de los obligados a subsistir con el 35% de la riqueza creada por los trabajadores que forzados laboran esposados a los bienes, materias, recursos y riquezas naturales abusadas por el capitalismo depredador. Así, y frente a pandemónium trazado, procede recapitular sobre la existencia de puntuales pronósticos que resumidos dan un riguroso diagnóstico sobre la cruel realidad de un país que, usualmente, es transitado por la mayoría de los mexicanos de tal forma que resulta, objetiva y subjetivamente, impensable que el nuevo gobierno, y quienes lo respaldan, aplacen los cambios anhelados, con mayor razón, cuando la historia invoca que antes, en tiempos del presidente Lázaro Cárdenas del Río, la jauría irritada con el gobierno nacionalista-revolucionario (callistas, terratenientes, empresarios bribones, panistas y clero fascista) cuando envalentonados embestían, don Lázaro con la cabeza fría y el corazón caliente llamó al pueblo, recurrió a las masas que firmes y movilizadas frenaron a los golpistas. Si el presente es de lucha y esperanza, el futuro será del pueblo… * El autor es diplomado en Periodismo por la UABC.

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