Ecoanálisis
Del libro “Por las rutas del desierto” de Valdemar Barrios Matrecito, tío de mis primos Landeros Matrecito, este alucinante testimonio: “Pedro Landeros fue un notable mecánico de torno y apto operador de toda clase de maquinaria pesada inclusive locomotoras de vapor, era un hombre calmado, calculador y comprensivo. Nunca se alteraba, tenía paciencia para todo. Salió con su diligencia y sus pasajeros un día caluroso a paso conservador y cerca de la media noche llegó al banco (de arena) El Zumbador, lugar donde acostumbrábamos hacer parada porque había un trechito de terreno sólido como de 15 metros de largo entre Sonoyta y San Luis, Sonora. Mientras se tomaba tiempo para enfriar el motor, revisar aceite y re abastecer gasolina, los pasajeros disfrutaban de media hora para comer sus lonches. Nos platicaba Pedro Landeros que desde la salida, un pasajero que iba de “bandera” parado sobre el estribo izquierdo de la diligencia, siempre estaba callado y en los momentos de hacer una parada, se retiraba de los demás, se frotaba el cerebro y la frente pero no hablaba con nadie; por más de tres veces se repitió la misma cosa y esto le causó curiosidad a Landeros quien le preguntó en forma muy comedida, ¿qué le pasa compañero, lo veo muy preocupado? Pues mire, mi cabeza es un gran bullicio, todo el tiempo estoy escuchando muchos ruidos a la vez, igual como si un radio estuviera captando dos o más estaciones a la vez en la misma frecuencia y eso hasta me evita conversar con otras personas. Siguió relatando las dificultades de su cerebro hasta decir que en algunas ocasiones él hablaba con personas muy distantes y se hacía escuchar como por teléfono. Pedro Landeros sin burlarse del señor se interesó en la plática y entre otras cosas le dijo ¿puede comunicarse a San Luis y decir que vamos normalmente y calculamos llegar en unas cuatro horas? Aquel hombre aceptó indicándole que iba a improvisar un teléfono, utilizó un bote vacío le abrió un lado y en la otra un pequeño agujero y le conectó un alambre para corriente, mandó cogieran la punta y él empezó a hablar fuerte. Con la boca pegada al bote dijo: “Desde aquí El Zumbador habla XX que viaja con don Pedro Landeros…” la mayoría de los pasajeros no creyeron en aquella llamada. La marcha se reanudó y llegaron a San Luis en lo calculado y continuaron a Mexicali. Otro día que Landeros se regresó, al pasar por San Luis varias personas le dijeron haber escuchado en varios radios la voz de una persona que dijo estar en El Zumbador en la diligencia colorada de Pedro Landeros. Esa persona se quedó en Mexicali y trabajó en el Taller Sonora de Edmundo Landeros, hermano de Pedro, que puede confirmar ahora (1975), además de otras cosas del hombre-teléfono. El taller está (estuvo) en la Calle Bravo, entre Obregón y Lerdo. Pedro y Edmundo Landeros fueron mis tíos maternos (Vea hoy el Suplemento GH de julio). *- El autor es investigador ambiental independiente.
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