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Ecoanálisis

Quizá el mayor sobresalto que dio la humanidad en su eterna preocupación sobre la posible vida fuera de la Tierra aconteció en agosto de 1977, cuando Jerry Ehman, un voluntario que vigilaba las captaciones del radio telescopio Big Ear de la Universidad de Ohio, EUA, fue testigo de una poderosa señal de radio proveniente del cosmos con una potencia desconocida que atribuyó a un intento de vida inteligente extraterrestre para hacer contacto con la humanidad. Al margen de la lectura el observador escribió con tinta roja WOW ¡. Y así se le conoce desde entonces. Pero la señal no se ha repetido. A falta de la esperada repetición, algunos expertos opinan que pudo haber sido una señal terrestre que rebotó en algún cuerpo celeste y regresó de esa manera. Otro evento esperanzador, y lo califico así porque tenemos la “esperanza” de conocer si estamos solos o no en el Universo o Multiverso, fue el encuentro en 1999 de un fragmento de Marte que en forma de meteorito aterrizó en La Antártica. La primera examinación encontró que contenía microbios fosilizados y era prueba de vida en el Planeta Rojo. Con el tiempo se llegó al consenso de que se trataba de simples depósitos minerales, como los de “El Monstruo de Cerro Prieto” (La Crónica Suplemento GH octubre de 2017). Otro evento reciente lo fue el descubrimiento de una estrella que se opaca constantemente evidenciando que “algo” se interpone entre ella y nosotros. Hay muchas hipótesis al respecto. Una de ellas dice que lo que interfiere es una colosal estructura hecha por alguna cultura más avanzada que la nuestra. El caso es que estamos desesperados por encontrarnos con algún tipo de vida extraterrestre. Fantasía de Hollywood como E.T. El Extraterrestre, o la inspirada por WOW ¡ en la película “Contacto” (1997), en la cual se revela que la vida extraterrestre puede tomar la forma de nuestros seres queridos ya fallecidos, pero siempre esperamos encontrar organismos superiores, y ¿qué tal si fuesen microorganismos y ya hemos hecho contacto con formas de vida extraterrestre? Una reciente publicación del Washington Post informa que el cosmonauta ruso Anton Shkaplerov de la Estación Espacial Internacional, confirmó que esa mega estructura ha estado recibiendo gérmenes que no provienen de la Tierra y se pegan a la superficie del colosal aparato que orbita nuestro planeta. Confiesa que no parecen ser perjudiciales a los humanos… ¿pero qué tal a nuestra biodiversidad? Basta recordar las epidemias históricas como las pestes que redujeron a la humanidad en siglos pasados, para ponernos en guardia y vigilar si estas formas de vida microscópica llegan a través de los propios astronautas a contaminar este planeta. Las invasiones no tienen que ser sólo notorias, grandes y masivas. Siempre pensamos en función de la escala humana pero pudiese suceder a escalas invisibles para nuestros ojos y tecnología óptica. O quizá a una escala cósmica de la que toda nuestra galaxia sea apenas una molécula. Si así fuese, ¿cómo detectaríamos el contacto extraterrestre? *Investigador ambiental independiente

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