Diálogo empresarial
Urgencia y flexibilidad por el Tlcan 2.0 Esta misma semana se anunció que no habrá más rondas generales entre los equipos negociadores de Canadá, Estados Unidos y México. Como se nos ha dicho, no implica detener el proceso, sino evitar la necesidad de grandes reuniones físicas para dar cabida a los negociadores y asesores en prácticamente las 30 mesas temáticas. Sin duda, esto sorprende porque sabemos que hay puntos aún delicados no sólo en lo político, sino en la parte técnica: la famosa cláusula de cada 5 años revisar-terminar súbitamente el acuerdo, llamada “sunset clause”; las reglas de origen (en donde predomina el tema automotriz, aunque hay otras que se vinculan también a textiles y confección, por ejemplo); barreras técnicas al comercio; la temporalidad para exportar productos perecederos de México a Estados Unidos, y lo referente a mecanismos de solución de controversias, entre otros. Aunque ahora se asoma por parte de Estados Unidos que no le va bien con el tipo de cambio del dólar frente al peso mexicano y pide cooperación cambiaria, aparentando desconocer que estamos bajo un régimen de oferta y demanda. Por esa razón ya no habrá una octava ni novena ni décima ronda. Ahora se pretende avanzar de manera remota usando plataformas de comunicación vía audiollamadas y videoconferencias y, en caso de requerirse algún encuentro por la sensibilidad o relevancia del tema, se procedería entonces a una reunión entre negociadores. Lo que me llama la atención, y lo digo con respeto, es que los representantes del gobierno mexicano siempre dijeron que los tiempos políticos no iban a estar por delante de la dinámica negociadora y ahora la consigna es llegar a una convergencia de posiciones y por eso se anunció que puede alcanzarse un “acuerdo en principio”, a tal grado que el Secretario de Economía de nuestro país estima que hay una altísima probabilidad, un 80 por ciento, de concluir el tratado trilateral en la primera semana del próximo mes de mayo. ¿Acaso eso no es jugar con los tiempos políticos, aunque el argumento que se nos da es en el sentido de que ahora la presión es en Estados Unidos para que haya flexibilidad en el Congreso norteamericano por aprobar lo negociado aprovechando la mayoría republicana? ¿Y el escenario de las elecciones en México ya no es la preocupación principal? Allá se dice es por el escenario electoral mexicano y aquí se señala al contexto electoral estadounidense: ambos, temas políticos y no económicos. Se quiere minimizar el hecho que si no llegamos al 1 de julio con un acuerdo, ratificado por el Senado mexicano previamente al 1 de septiembre (antes de la nueva Legislatura) y del 1 de diciembre con el nuevo gobierno, pues entonces lo acordado puede políticamente estar en riesgo. Allá y aquí estamos obedeciendo a calendarios legislativos y procesos electorales… entonces, respecto a la renegociación del Tlcan, no podemos estar a tono con la famosa canción 'Despacito'. * El autor es presidente de Index Mexicali y Director de Recursos Humanos para Latinoamérica en Newell Brands
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