Columna Huésped
Facultad de Ciencias Humanas: 40 años de historia Apenas unos años después de haberse fundado, a principios de los años 80 del siglo pasado, conocí la Escuela de Ciencias de la Educación de la UABC. Establecida en 1978, esta escuela situada en lo que había sido, en los tiempos dorados del valle de Mexicali, la colonia Esperanza Agrícola, era un campus universitario aparte, un espacio académico ubicado en una zona de la ciudad que, en aquellos tiempos, apenas iba poblándose, llenándose de casas y comercios. Recuerdo que esta escuela, donde sólo se impartía la carrera de Ciencias de la Educación, era una unidad combativa, con amplia conciencia social y cuyo personal docente siempre estaba dispuesto a trabajar, hombro con hombro, con las comunidades menos favorecidas de nuestro municipio y entidad. En 1986 se elaboraron planes para agregarle a la carrera pionera nuevas áreas de estudio: las de psicología educativa y Ciencias de la Comunicación. A principios de 1987 empecé a dar clases de literatura universal e hispanoamericana a los alumnos del primer semestre de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Lo que me sorprendió fue encontrarme con que muchos de ellos no eran jóvenes recién egresados de las preparatorias del estado sino personas con amplia trayectoria en los medios, gente de mí misma edad o mayores que yo, quienes deseaban obtener un título universitario mientras compartían sus experiencias laborales con pruebas en la mano. Pronto esta escuela se convirtió en mi casa de trabajo lo mismo que la Dirección General de Asuntos Académicos y el Departamento de Editorial y Diseño Gráfico. En 1993 me convertí, gracias al apoyo del entonces rector de la UABC, Luis Llórens Báez, en profesor de tiempo completo de la misma. Pronto esta unidad académica dejó de llamarse Escuela de Ciencias de la Educación y se convirtió en lo que hoy sigue siendo: la Facultad de Ciencias Humanas. En todos estos años he sido testigo y participante de los esfuerzos de nuestro profesorado por hacerla un lugar de convivencia, de crítica pública (con su muro de los lamentos, para empezar, pero sobre todo con su espíritu de lucha por las causas sociales en pro de los bajacalifornianos), de investigación pertinente y de anfitrión de innumerables congresos, mesas redondas, coloquios, debates y encuentros entre psicólogos, comunicólogos, educadores, sociólogos e historiadores. Por eso puedo decir que llevo más de 30 años siendo parte suya y viendo a muchos de sus mejores egresados volver a ella para ofrecer su experiencia creativa o laboral en sus aulas. En este 2018, nuestra facultad cumple 40 años de fructífera existencia, de trabajo ininterrumpido, de enseñanza continua. El festejar este aniversario no consiste sólo en cortar listones, dar discursos o repartir pedazos de pastel (uno de chocolate, por favor). Creo que su mejor festejo está en los alumnos que aquí crecen como personas, en los profesores que aprendemos tanto como educamos, pero sobre todo en los egresados que hoy son destacados profesionistas. Son miles y seguimos contándolos. Están en todas partes: persiguiendo las noticias, produciendo programas en la radio y la televisión, apoyando a la gente de la tercera edad, a los niños con problemas de aprendizaje, combatiendo la violencia en todas sus formas, estableciendo nuevas instituciones educativas o nuevos planes de estudio, dirigiendo empresas de su propia creación, impulsando políticas públicas para el bienestar social, promoviendo la cultura local o haciendo periodismo de altura en México y el mundo. Tales son algunos de los frutos cosechados de las semillas plantadas en la Facultad de Ciencias Humanas. Alguna vez Clara Elena Gallego (que en paz descanse), siendo directora de la misma, me dijo que la nuestra era una unidad académica donde se podían poner a prueba las distintas formas de educar, de vivir la enseñanza, de transmitir conocimientos de una generación a otra. Que aquí lo importante no era quién era el maestro y quién el alumno sino la experiencia vital que da compartir saberes, destrezas y habilidades para el bien común. A 40 años de su fundación, la Facultad de Ciencias Humanas sigue en ese camino. No lo digo yo: lo dicen sus administradores y profesorado, sus coordinadores y directivos, sus conserjes y secretarias. Somos un proyecto en marcha, una tarea que se hace, día a día, con el único propósito de mejorar nuestra comunidad, de prepararla para enfrentar los urgentes problemas que la asedian. Un mundo que requiere de nosotros lo mismo cerebro que corazón para solucionar sus males con mejores herramientas, con mayor educación. * El autor es escritor y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
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