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Columna Huésped

Competir como creación, como riesgo Cuando hablamos de las competencias deportivas debemos recordar que esta actividad también está vinculada con otras expresiones comunitarias u otras áreas creativas. Pongo dos ejemplos: en abril de 1994, el Instituto de Cultura de Baja California se avocó a presentar la primera exposición, históricamente pertinente, del deporte bajacaliforniano como cultura popular con la exposición “Por el mundo del guante”, dedicada al boxeo como práctica social y que se exhibió en la sala de exposiciones anexa al Teatro del Estado en Mexicali, donde se expusieron más de 300 fotografías, carteles de diversas funciones de boxeo desde la década de los años 40 del siglo XX, así como objetos relacionados, como trofeos, cinturones, placas de reconocimiento, batas, guantes, zapatillas, crónicas periodísticas y documentos de las comisiones de box de la entidad. Por otro lado, en 2012, la Universidad Autónoma de Baja California dio inicio, bajo la doble coordinación de la Facultad de Artes y la Facultad de Deportes, del festival cinematográfico Over Time Films, que para 2017, en su sexta presentación, cuenta con 120 obras participantes de 19 países, incluyendo a España, México, Estados Unidos, Iraq y Armenia. Este festival de documentales, cortometrajes, animaciones y conferencias sobre el deporte busca unir el cine con los eventos deportivos y está dedicado a apoyar y difundir la labor de deportistas, entrenadores, equipos, periodistas y estudiantes de esta actividad en todo el mundo. Sin embargo, al lado de la visión luminosa, creativa del deporte, hay que recordar las tragedias que han ensombrecido al deporte de nuestra entidad desde 1952 a la fecha. Sólo como botones de muestra se ponen aquí algunos momentos sombríos de las competencias deportivas, empezando con la trágica muerte del peleador Nicolás "Zurdo" Flores, quien en una pelea en el parque de softbol de Mexicali (que hoy lleva su nombre) contra Jesús Jiménez, fue tan golpeado que terminó saliendo del ring en camilla. Era el 2 de febrero de 1953 y aunque fue llevado a un hospital en San Diego, California, murió a los tres días del enfrentamiento. Otro caso es el joven ciclista Paul Ayuso Landeros, quien murió a los 19 años al ser arrollado por un auto fantasma por la carretera a San Felipe en 1998. Uno más es la pelea en que perdió la vida, el 3 de junio de 1994, el peleador Félix Osegueda al caer por nocaut contra Hernán Acosta y morir cuatro días después en el Hospital General de Mexicali. Y tal vez la tragedia mayor fue el accidente que sufrió el seleccionado infantil de la Liga del Seguro Social. Este equipo de niños, representativo de Mexicali, iba en un camión rumbo al Campeonato Nacional a realizarse en Nuevo Laredo, Tamaulipas, pero el accidente sucedió en la carretera Lázaro Cárdenas, Chihuahua, donde perdieron la vida tres niños beisbolistas. Ya en el siglo XXI se puede afirmar que una de las tragedias más comentadas ocurrió el 21 de marzo de 2015 en Tijuana, cuando esa madrugada murió, a los 35 años de edad, el luchador "El Hijo del Perro Aguayo", en una pelea en el Auditorio Municipal de Tijuana, donde una patada que le dio Rey Misterio jr. le dañó la región cervical, dejándolo inconsciente, muriendo al día siguiente en esta ciudad fronteriza. El propio Rey Misterio jr. dijo que no entendía lo que había pasado. Y la Comisión de Boxeo y Lucha Libre de Tijuana llamó a esta muerte: “un trágico accidente”. Una tragedia más se dio cuando un grupo de excursionistas de Mexicali decidieron ir, el domingo 12 de marzo de 2017, al cerro del Centinela con el propósito de subir hasta su cima y después volver a casa con el desafío superado. Lo cierto es que los cinco jóvenes llegaron a la cima pero sólo cuatro regresaron. Karen Violeta Ruiz Sánchez, la senderista perdida, al parecer al quedarse rezagada del grupo, puso en alerta a las autoridades policiacas y de rescate, que el lunes 13 de marzo la encontraron muerta en un barranco. El helicóptero que rescató su cuerpo se estrelló momentos más tarde matando a sus cuatro tripulantes y enlutando a toda Baja California, recordándonos que el deporte de riesgo debe ser practicado por profesionales que sepan actuar de inmediato, que sepan cuidar de los suyos, que apuesten por la seguridad antes que por la simple diversión. * El autor es escritor y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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