Columna Huésped
Por GABRIEL TRUJILLO MUÑOZ Hay promotores culturales que hacen camino, que crean las circunstancias favorables para que la semilla de la literatura crezca y prospere incluso en tierras áridas, para que la historia regional tenga un lugar incluso en terrenos fronterizos. Hay muchas mujeres en Mexicali que se han dado a la tarea de cultivar el huerto de las artes literarias y de la identidad bajacaliforniana, pero ahora mismo sólo dos vienen a mi mente: Olga Angulo y Ana María Pérez. Desde hace varias décadas Olga ha sido una promotora tenaz de la publicación de libros y revistas (los premios estatales de literatura en su primera etapa y de revistas como 'Voces y reflejos' y 'Aquilón') y de programas de lectura (Los imprescindibles) tanto desde el Instituto de Cultura de Baja California como de manera independiente. A Olga la aprecio por su capacidad de lidiar con escritores de toda especie y temperamento (empezando conmigo y siguiendo con autores tan distintos en carácter como Salvador Vizcarra, Aglae Margalli, María Edma Gómez, Jorge Arturo Freyding, Raúl Navejas, Óscar Hernández, Mario Bojórquez, Esalí, Carlos Gutiérrez Vidal, Ángel Norzagaray, Héctor Gasca, Adriana Sing, Jorge Álvarez o Eduardo Arellano). Su capacidad mediadora es legendaria y ha hecho de actividades como los miércoles literarios de antaño un espacio de tregua y convivencia como nadie más lo ha logrado por estos lares. –No sé cómo nos aguantas –le digo cada vez que la veo. –No pluralices, Gabriel –me responde mientras me abraza–. Con aguantarte a ti es más que suficiente. El que Olga haya podido unir en lecturas, mesas redondas, conferencias y presentaciones de libros a escritores de tan diversa procedencia y carácter es prueba de su don de gentes, de su labor callada pero eficaz por apostar por los lectores sobre los egos artísticos. Su trabajo de zapa ha dado oportunidad a que las obras fundamentales de la literatura no se queden en los estantes de bibliotecas y librerías, sino que se vuelvan charla cotidiana, sorpresa mayúscula, foro abierto a todas las opiniones e interpretaciones. Ana María Pérez es otra historia: como depositaria del legado periodístico y literario de su padre, Pedro F.Pérez y Ramírez (Peritus), el primer cronista oficial de Mexicali, Ana María se hizo cargo de la Fundación Peritus y la convirtió en un proyecto independiente en pro de la crónica histórica y la identidad de los mexicalenses. Desde su creación, en el siglo pasado, esta fundación tuvo como propósito primero ser un acervo documental al servicio de la comunidad bajacaliforniana. Basada en la biblioteca y hemeroteca de nuestro primer cronista oficial de Mexicali, la Fundación pasó de la publicación de libros a crear un certamen literario para darle voz a los propios mexicalenses en torno a dos ejes centrales: la narrativa histórica y la poesía, ofreciendo no sólo un reconocimiento a tal labor sino también publicando las obras ganadoras. Este paso adelante fue dado por Ana María Pérez Román, como directora de la Fundación, para auspiciar el ejercicio gozoso de contar y cantar lo que fuimos, lo que somos, lo que queremos llegar a ser. Esta institución cultural ha sido ejemplo a seguir en el asunto de preservar nuestra memoria histórica y de alentar el orgullo de ser hijos de esta tierra, de este valle, de este desierto. Lo que han hecho todos los que integran la Fundación, es un acto de nobleza y generosidad para la sociedad mexicalense. Y aunque hoy viva tiempos de vacas flacas, la labor de Ana María está presente en los libros publicados, en las historias rescatadas del olvido. Así, con Olga y Ana María estamos en presencia de dos mujeres que son trabajadoras incansables por el bien de la cultura fronteriza, de la literatura como sinónimo de bien común, de propiedad comunitaria. Gracias a personas como Olga Angulo y Ana María Pérz, la cultura bajacaliforniana se ha ido convirtiendo en un oasis para el necesitado, en un refugio para aquellos que buscan las obras que nos han dado identidad y origen, raíz y destino. Su trabajo es abrir espacios para que otros sigan luchando por lo nuestro, tanto en el recuento histórico y la crónica personal como en la creación literaria. Su empeño es dar voz a las voces que han estado calladas por mucho tiempo y que ahora salen a la luz pública para contar lo que saben, las experiencias de vivir en la frontera norte, en esta Baja California que es casa de todos. * El autor es escritor y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
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