Camelot
¡Es la corrupción, estúpido! "Somos lo que hacemos" ¡Es la economía, estúpido!" famosa frase atribuida a James Carville, entonces asesor del candidato demócrata Bill Clinton con la que derrotó a George Bush, quien basó su campaña en los éxitos de la política exterior estadounidense, mientras el primero lo hizo en temas del interés del ciudadano promedio de su país, fue tan contundente que llegó a ser un slogan no oficial de la exitosa campaña de Clinton. El símil viene a cuento porque es la corrupción tal vez el reto más importante a vencer en nuestra sociedad, ya que la misma implica la impunidad que da pie a que en nuestro país haya castas sagradas que hagan lo que hagan no serán juzgadas nunca, porque la corrupción implica renunciar a tener mejores calles, más escuelas, mejores maestros, más vacunas, menos tiempo de espera en los hospitales públicos, más aulas, menos gente en la calle, más instrumentos para combatir la pobreza, menos burocracia, más obra pública, más seguridad, menos robos, más patrullas, menos contaminación, más libertad de expresión, menos periodistas viviendo del presupuesto público, más libertad, menos paternalismos, más seguridad social, más transparencia, menos opacidad; un Congreso más eficiente, que trabaje, no sólo gastando el dinero de los bajacalifornianos, sino en la formulación de mejores leyes; menos corrupción implicaría menos basura en nuestras calles, más desarrollo en nuestras ciudades, más oportunidades para nuestros jóvenes, más sociedad menos gobierno, más áreas verdes, mejores carreteras, más hospitales, más obra pública que detone el desarrollo de nuestras ciudades que a su vez captarían más empresas para invertir y por ello más y mejores empleos para nuestra gente y con ello tener más dinero en nuestra bolsa y poder gastar un poco más y con ello crear más empleos para finalmente crecer sostenidamente. Erradicarla implicará contar con gobiernos más eficientes y transparentes, justicia más expedita, menos dispendio y más gasto e inversión que detonen el crecimiento; combatirla es construir una sociedad más fuerte y organizada que a través de la vertebración social castigue al funcionario corrupto y premie al de comportamiento ejemplar; es construir una sociedad más libre, más transparente, más justa, más ordenada, con ciudadanos que nos ganemos ese derecho y dejemos de ser simples habitantes; erradicar la corrupción quitará el lastre que castiga en oportunidades a los que menos tienen y que premia el conformismo de una sociedad pudiente; es, sobre todo, brindarle herramientas a todos, a los que menos tienen y a los que tienen mucho; es liberarnos de un lastre que condiciona nuestro presente y castiga nuestro futuro. ¿Quién puede oponerse a combatirla?, ¿quién en su sano juicio no preferirá los beneficios de la transparencia y de la rendición de cuentas?; desafortunadamente los partidos y los políticos cuentan con incentivos perversos para que la corrupción siga siendo la base de nuestro sistema. Si sólo seguimos culpando a los políticos y a los empresarios de la corrupción dejando de reconocer que somos nosotros, los ciudadanos, los que hemos construido su aceptación como conducta generalizada en nuestra comunidad, llegando incluso a ser la normalidad de la regla y no la anómala excepción; todo seguirá como hasta ahora, en hora buena que el Congreso finalmente nombró a los 5 ciudadanos que integran el Comité Seleccionador, nos toca a los ciudadanos hacer nuestra parte si lo que queremos es verdaderamente un cambio. ¿Quién dice yo? El autor es empresario, ex dirigente de la Coparmex Mexicali.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí