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África se está partiendo en dos y la grieta está formando un nuevo océano más rápido de lo que se esperaba

Comprender lo que ocurre bajo el suelo africano no solo ayuda a entender el pasado y el futuro del planeta, sino también a tomar decisiones más informadas sobre cómo habitarlo hoy.

África se está partiendo en dos y la grieta está formando un nuevo océano más rápido de lo que se esperaba

Una fractura geológica avanza bajo África oriental, y, aunque el proceso tomará millones de años, ya tiene efectos visibles en el territorio, el ambiente y la vida cotidiana de millones de personas.

Si miras un mapa de África, todo parece estable. Sin embargo, bajo esa forma conocida se desarrolla un proceso geológico de gran escala: el Sistema de Rift de África Oriental, una extensa red de fallas donde la corteza terrestre se estira y se separa poco a poco.

De acuerdo con información recopilada por Econoticias, respaldada por estudios geológicos y sísmicos internacionales, este fenómeno podría, con el paso de millones de años, dar origen a un nuevo océano.

Los científicos explican que las placas africana y somalí se alejan entre sí apenas unos milímetros por año. Es un movimiento imperceptible en la vida diaria, pero suficiente para transformar continentes cuando se mide en tiempos geológicos.

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¿Qué es el Sistema de Rift de África Oriental?

El rift es una fractura que recorre cerca de seis mil kilómetros, desde Mozambique hasta el mar Rojo. A lo largo de esta línea, la corteza terrestre se adelgaza, se rompe y permite la entrada de magma desde el interior del planeta.

En términos simples, es el inicio del proceso que separa un continente en dos partes. Con el tiempo, esa separación puede llenarse de agua marina y formar un nuevo océano, como ocurrió hace millones de años con el mar Rojo.

Mapa de África Oriental que muestra algunos de los volcanes históricamente activos (triángulos rojos) y el Triángulo de Afar (sombreado, en el centro), una llamada unión triple (o punto triple ), donde tres placas se alejan una de la otra: la placa árabe y las dos partes de la placa africana (la nubia y la somalí) que se dividen a lo largo de la zona del Rift de África Oriental. Foto: USGS

La grieta que ya se puede ver desde la superficie

Uno de los episodios más claros ocurrió en 2005, en la región de Afar, Etiopía. En cuestión de días, se abrió una fisura de entre 56 y 60 kilómetros de longitud, acompañada por más de un centenar de sismos y actividad volcánica.

Para los geólogos, Afar es una zona clave porque ahí confluyen varios sistemas de rift y microplacas tectónicas. La región funciona como un “laboratorio natural” donde es posible observar cómo un continente comienza a comportarse como un fondo oceánico.

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¿Cuánto falta para que nazca un nuevo océano?

Durante años, los modelos científicos estimaron que este proceso tardaría entre cinco y diez millones de años. Sin embargo, investigaciones más recientes, basadas en datos sísmicos y en eventos como el de 2005, sugieren que algunas etapas podrían acelerarse.

La geóloga Cynthia Ebinger, especialista en la región, ha señalado que “hemos reducido la escala temporal a alrededor de un millón de años, quizá la mitad” para ciertas fases del proceso, como la posible entrada de un brazo de mar en Afar.

La aclaración es importante: ningún ser humano verá ese océano completo. Pero eso no significa que el fenómeno sea irrelevante hoy.

¿Qué países se verían afectados en el futuro?

Si la separación continúa, el llamado bloque somalí se apartará del resto del continente africano. En esa franja se encuentran zonas de:

  • Etiopía
  • Somalia
  • Kenia
  • Tanzania
  • Mozambique

Con el paso del tiempo, el nuevo océano podría conectarse con el mar Rojo y el golfo de Adén. En un escenario muy lejano, incluso países hoy sin litoral, como Uganda o Zambia, podrían tener costa. Es una forma ilustrativa de entender la magnitud del cambio, no una proyección cercana.

Impactos reales que sí pueden sentirse en décadas próximas

Más allá del futuro lejano, el rift ya tiene consecuencias concretas:

  • Mayor actividad sísmica y volcánica, que puede afectar carreteras, viviendas e infraestructura.
  • Formación y expansión de lagos, muchos de ellos alineados con la fractura, claves para el abastecimiento de agua dulce.
  • Cambios en el relieve, que influyen en la agricultura y el uso del suelo.

Para quienes viven en el valle del Rift, la idea de una “Tierra en movimiento” no es teórica. Puede implicar interrupciones en la vida diaria y mayores riesgos naturales.

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Medio ambiente, energía y riesgos urbanos

Desde el punto de vista ambiental, el rift concentra algunos de los grandes lagos de África Oriental, fundamentales en una región vulnerable a sequías y olas de calor. A medida que algunas zonas de la corteza se hunden, pueden surgir nuevos cuerpos de agua que modifiquen ecosistemas y rutas de migración animal.

El estiramiento de la corteza también favorece el aprovechamiento de energía geotérmica. Países como Kenia y Etiopía ya utilizan este recurso para generar electricidad, lo que reduce la dependencia de combustibles fósiles.

El riesgo está en la expansión urbana. Ciudades como Nairobi o Adís Abeba deberán integrar la variable geológica en su planeación, del mismo modo que otras regiones consideran hoy el aumento del nivel del mar.

Un proceso natural, ajeno al cambio climático

Los científicos subrayan que este fenómeno no está relacionado con las emisiones de CO₂ ni con la crisis climática. Se trata de la dinámica interna del planeta, que opera a una escala y velocidad distintas a las actividades humanas.

Aun así, el rift recuerda que la Tierra no es un escenario inmóvil. Mientras la humanidad debate cómo adaptarse al calentamiento global, África oriental vive su propio proceso lento de transformación continental.

Mapa del área de estudio, que muestra las ubicaciones de las estaciones sísmicas (círculos verdes), volcanes activos (triángulos rojos), volcanes de escudo cuaternario (rombos) y estrombolianos (pentágonos), fumarolas y aguas termales (círculos rojos), y fallas mapeadas (líneas negras delgadas). Foto: AGU

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Entender un planeta que sigue cambiando

El reloj geológico avanza despacio, pero no se detiene. Comprender lo que ocurre bajo el suelo africano no solo ayuda a entender el pasado y el futuro del planeta, sino también a tomar decisiones más informadas sobre cómo habitarlo hoy.

El mapa que aprendimos en la escuela no es definitivo. Y África, muy lentamente, lo está demostrando.

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