Ciudades modernas y salud: cómo el entorno urbano activa un estrés biológico continuo
La vida urbana activa un estrés biológico constante porque el cuerpo humano fue diseñado para un entorno natural.

CIUDAD DE MÉXICO.- La vida en las ciudades avanza entre ruido, pantallas, tráfico y jornadas largas. El cuerpo humano reacciona a estos estímulos como si enfrentara un peligro inmediato. En pocos minutos, la tensión aumenta y el organismo entra en alerta.
Este fenómeno fue descrito por los antropólogos evolutivos Colin Shaw, de la Universidad de Zúrich, y Daniel Longman, de la Universidad de Loughborough. Su análisis, publicado en Wiley Online Library, plantea que las condiciones actuales generan un “desajuste biológico”. El cuerpo fue diseñado para otro ritmo y otro ambiente.
Shaw explicó que antes las respuestas de estrés eran breves y claras. “Nuestro sistema nervioso responde rápidamente, pero el cuerpo no tiene tiempo para calmarse después”, dijo. Hoy esas señales se activan durante horas o días.
Cómo la urbanización cambió el equilibrio natural
La industrialización transformó la vida humana en dos o tres siglos. Durante miles de años, la existencia ocurría en contacto con vegetación, microorganismos y ciclos de luz natural. El cambio fue abrupto. Actualmente, más del 90% de la población vive en zonas urbanas y pasa la mayor parte del tiempo bajo techo.
Edificios, asfalto, ruido y contaminación modificaron la relación entre el ser humano y su entorno. “Nuestros cuerpos evolucionaron para un tipo de vida muy diferente, y el estrés constante de la vida moderna podría estar afectando nuestra salud e incluso nuestra capacidad de reproducción”, advirtió Shaw.
La distancia con la naturaleza también afecta otros sistemas. El sistema inmunitario necesita contacto con microorganismos para entrenar sus defensas. La hipótesis de los “viejos amigos” explica que alejarse de la biodiversidad aumenta problemas autoinmunes y alergias.
Fertilidad en descenso: qué dice la ciencia
Los datos científicos muestran un patrón claro: la infertilidad aumenta conforme avanza la industrialización. La investigación de Shaw y Longman vincula la exposición diaria a contaminantes, microplásticos y pesticidas con cambios en óvulos y espermatozoides.
Shaw fue directo: “Si analizas el conteo promedio de espermatozoides hoy, es 67 por ciento más bajo que el de nuestros abuelos en los años cincuenta”. El estudio también señala que las zonas rurales no están exentas. El uso de pesticidas y herbicidas altera sistemas reproductivos por el contacto constante con nuevas sustancias.
Este desajuste biológico no solo influye en la reproducción. También se relaciona con inflamación, alteración hormonal y fatiga prolongada.
Defensas inmunológicas debilitadas en la ciudad
El entorno urbano eleva la inflamación basal del organismo. La luz artificial nocturna, el ruido y la contaminación atmosférica alteran los ritmos biológicos internos y dificultan la respuesta ante virus y bacterias. Las ciudades con poca vegetación registran más alergias y enfermedades inflamatorias.
Experimentos con animales y humanos muestran que el contacto con la naturaleza mejora parámetros inmunológicos en plazos cortos. Incluso una caminata breve o un espacio verde cercano tiene efectos medibles.
Para la población, estos hallazgos son una guía útil. Actividades simples como pasar tiempo en áreas verdes, exponerse a luz natural y disminuir la exposición a pantallas por la noche ayudan a reducir la carga fisiológica.
Impacto en la mente y en el desarrollo cognitivo
El estrés urbano también afecta procesos mentales. Longman y su equipo identificaron que la falta de vegetación en los barrios se relaciona con un desarrollo más lento de habilidades ejecutivas en la infancia. En adultos mayores, vivir lejos de espacios naturales acelera el declive cognitivo.
La contaminación atmosférica influye incluso en tareas de precisión. Pruebas de memoria, atención y razonamiento empeoran cuando los niveles de contaminantes aumentan. Actividades como jugar ajedrez también se ven afectadas.
El estudio explica que esta activación constante del sistema biológico ocurre por el “estrés crónico” urbano. “Los factores estresantes actuales, como el tráfico, el ruido y las redes sociales, activan la misma respuesta de lucha o huida que protegía a nuestros antepasados”, indicaron Shaw y Longman.
Hacia ciudades que reduzcan el estrés biológico
Los expertos consideran que parte del equilibrio puede recuperarse con cambios en el diseño urbano. Shaw explicó que “incluso exposiciones breves a espacios verdes mejoran la respuesta inmunológica y el estado de ánimo”.
Para las autoridades, la investigación sugiere un camino claro: planear ciudades más verdes, reducir el tráfico y facilitar el contacto cotidiano con la naturaleza. Para la población, adoptar pequeñas acciones diarias —como caminar entre árboles, abrir ventanas para recibir luz natural o reducir ruido en casa— puede ser una forma práctica de disminuir el impacto del estrés biológico.
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