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De medicina para la diarrea al rey de la comida rápida: la increíble historia de la cátsup

Antes de conquistar las hamburguesas y las papas fritas, la cátsup fue vendida como un milagroso medicamento capaz de curar la diarrea y otras enfermedades.

De medicina para la diarrea al rey de la comida rápida: la increíble historia de la cátsup

Hoy en día, la cátsup es sinónimo de papas fritas, hamburguesas y hot dogs. Es un pilar indiscutible de la comida rápida y un condimento omnipresente en cocinas de todo el mundo. Sin embargo, si retrocediéramos dos siglos en el tiempo, esta familiar y dulce salsa de tomate tendría un propósito radicalmente diferente: una panacea médica.

La sorprendente metamorfosis de la cátsup, de las farmacias a las mesas de la cena, es una historia fascinante de charlatanería, innovación culinaria y marketing brillante.

Los orígenes orientales y la ausencia del tomate

La historia de la cátsup no comienza en Estados Unidos con los tomates. Sus raíces se hunden en el sudeste asiático. La palabra "cátsup" (o kétchup, en su versión anglosajona) deriva probablemente del término chino Hokkien kê-tsiap, que era el nombre de una salsa de pescado fermentado.

Los marineros y comerciantes británicos llevaron esta salsa a Europa en el siglo XVIII. Las primeras versiones europeas de la cátsup eran brebajes oscuros y picantes, pero carecían de un ingrediente clave: el tomate. Se elaboraban con una base de:

  • Champiñones
  • Nueces
  • Anchoas
  • Incluso ostras y frutas como ciruelas

Estas salsas se usaban principalmente para dar sabor a platos de carne y eran apreciadas por su capacidad para conservarse durante largos viajes.

La primera catsup no llevaba tomate y su sabor era muy diferente. (Foto: Generada con IA)

El tomate entra en escena y la era de la “medicina”

No fue hasta principios del siglo XIX que el tomate, anteriormente visto con sospecha en algunas zonas de Europa por considerarse venenoso, se integró en la receta de la cátsup.

En 1820, el científico y horticultor James Mease comenzó a desarrollar una receta de cátsup de tomate. Pero el punto de inflexión llegó en la década de 1830, cuando un médico de Ohio, el Dr. John Cook Bennett, vio en la cátsup de tomate no solo un condimento, sino un milagro médico.

El Dr. Bennett, un personaje que combinaba la medicina con el oportunismo comercial, afirmó que los tomates, ricos en vitaminas y antioxidantes, podían curar una serie de enfermedades. (Foto: Generada con IA)

El Dr. Bennett, un personaje que combinaba la medicina con el oportunismo comercial, afirmó que los tomates, ricos en vitaminas y antioxidantes, podían curar una serie de enfermedades:

  • Indigestión
  • Diarrea
  • Ictericia
  • Reumatismo

Transformó la salsa en píldoras y jarabes de “Extracto de Cátsup de Tomate”. Anunció estas curas milagrosas con gran fanfarria, y por un tiempo, fueron un éxito de ventas. Otros imitadores surgieron rápidamente, capitalizando la locura por la cátsup medicinal.

El escepticismo y la caída de la “cura milagrosa”

La fiebre de la cátsup medicinal duró poco. A medida que más charlatanes se unían al tren, la reputación del “medicamento” se desplomó. La falta de estandarización y la presencia de conservantes cuestionables en los productos imitadores (algunos ni siquiera contenían tomates reales) llevaron a la desconfianza pública.

Hacia la década de 1850, la idea de la cátsup como medicina había sido desacreditada en gran medida, y el producto regresó a su estatus original como un condimento sabroso.

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El ascenso de la cátsup moderna: La revolución Heinz

El renacimiento de la cátsup como el rey de los condimentos se debe en gran parte a Henry J. Heinz. A finales del siglo XIX, la cátsup todavía enfrentaba problemas de pureza. Muchos productos contenían conservantes químicos nocivos para ocultar el uso de tomates de baja calidad.

Heinz reconoció la necesidad de un producto limpio y seguro. Su revolución consistió en dos pilares:

  • Calidad y pureza: Heinz usó tomates maduros de alta calidad y vinagre en mayor concentración, lo que eliminó la necesidad de conservantes artificiales.
  • Higiene rigurosa: Introdujo estándares de saneamiento que superaban con creces a los de sus competidores, construyendo confianza en su marca “57 variedades”.

La receta dulce, ligeramente ácida y espesa de Heinz se convirtió en el estándar. Su sabor agridulce satisfacía el paladar y se sincronizaba perfectamente con el auge de la comida rápida y procesada del siglo XX.

Antes de conquistar las hamburguesas y las papas fritas, la cátsup fue vendida como un milagroso medicamento capaz de curar la diarrea y otras enfermedades. (Foto: Pexels)

Es increíble que incluso los objetos más comunes de nuestra despensa tienen pasados extraordinarios.

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