La meditación, de práctica milenaria a herramienta validada por la ciencia
La meditación, practicada desde hace milenios, hoy cuenta con respaldo científico que confirma sus beneficios en la mente y el cuerpo.

CIUDAD DE MÉXICO.- La meditación, practicada desde hace milenios en culturas orientales, pasó en las últimas décadas de ser vista en Occidente como un ritual exótico a convertirse en un recurso respaldado por la neurociencia y la psicología clínica. Hoy, instituciones de prestigio como Harvard y la Asociación Americana del Corazón destacan su capacidad para mejorar la salud mental y física.
Una tradición que llegó a la neurociencia
El Centro Nacional de Salud Complementaria e Integral de Estados Unidos define la meditación como un conjunto de prácticas que buscan integrar mente y cuerpo para alcanzar calma y bienestar. Aunque sus orígenes se remontan al 1500 a.C., en la actualidad se la estudia con herramientas científicas que permiten explicar sus beneficios de forma concreta.
Los hallazgos son contundentes: meditar modifica la estructura cerebral y potencia funciones cognitivas de manera similar a un entrenamiento físico. Expertos como Laurie Santos, profesora de Yale, afirman que incluso con apenas 10 minutos diarios se reduce la activación de áreas cerebrales asociadas con la dispersión mental.
Evidencias científicas y beneficios integrales
La investigación científica demuestra que la práctica no solo impacta en la mente, sino también en la salud del cuerpo. Harvard resalta que la atención plena ayuda a enfrentar el estrés cotidiano, mientras que la Asociación Americana del Corazón asegura que ralentiza el deterioro cognitivo, fortalece el sistema inmune y mejora la calidad del sueño.
Estudios de neuroimagen confirman que los meditadores frecuentes presentan mayor grosor cortical en la corteza prefrontal y la ínsula, regiones ligadas a la regulación emocional y la introspección. Asimismo, se registra una disminución en la actividad de la amígdala, área cerebral que procesa el miedo y el estrés.
De acuerdo con la psicóloga clínica Sabina Acarraz, la meditación entrena lo que se conoce como Red de Ejecución cerebral, fortaleciendo funciones ejecutivas como la concentración, la atención sostenida y la reflexión. Esto permite una regulación más efectiva de la ansiedad, la impulsividad y los pensamientos negativos.
Una práctica sencilla y accesible
Uno de los mitos más comunes en torno a la meditación es que requiere largas horas o una mente completamente en blanco. Sin embargo, especialistas aclaran que basta con 5 a 10 minutos diarios para notar cambios, siempre y cuando exista constancia. La clave no es eliminar pensamientos, sino aprender a traerlos al presente mediante la respiración, la percepción sensorial o el escaneo corporal.
La práctica también tiene un componente fisiológico relevante: la respiración consciente activa el sistema parasimpático, lo que disminuye la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Esto genera un estado de calma que contrarresta los efectos del estrés. Por eso, programas de mindfulness han mostrado resultados clínicos comparables a ciertos tratamientos farmacológicos en casos de depresión, insomnio o dolor crónico.
Finalmente, la meditación se plantea como un acto de autocuidado. Reservar un espacio breve cada día significa enviar un mensaje de respeto hacia uno mismo. En un mundo marcado por la prisa y la hiperconexión, esta práctica se presenta no como un lujo, sino como una necesidad para recuperar presencia, equilibrio y salud integral.
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