El desamor y la reconstrucción personal, de acuerdo la escritora Elena Ferrante y la filósofa Fabienne Brugère
Elena Ferrante y Fabienne Brugère exploran el desamor desde la literatura y la filosofía.

CIUDAD DE MÉXICO.- Elena Ferrante, seudónimo de una misteriosa escritora napolitana, se ha consolidado como un fenómeno editorial internacional. Su obra suele reflejar, al menos en parte, experiencias personales, y en Los días de mi abandono narra cómo Olga, tras ser dejada por su esposo después de 15 años de matrimonio, enfrenta la difícil tarea de reconstruir su vida. La historia profundiza en el impacto emocional y psicológico del abandono, mostrando la lucha por recuperar un sentido de vida y un proceso de sanación personal.
El desamor y la reconstrucción personal en la literatura y la filosofía
La filósofa Fabienne Brugère analiza este tipo de experiencias: “El abandono conlleva el riesgo de aislamiento, la tragedia de una pérdida repentina de la vida familiar, el miedo a no poder afrontar la responsabilidad parental diaria en solitario. Ese sentimiento da paso a la ira, y es en ese momento cuando el deseo de vivir resurge con toda su fuerza”. Según Brugère, la ira funciona como una rebelión interna ante la injusticia de la pérdida y un impulso hacia la recuperación personal.
La relación entre desamor y superación personal no se limita a la ficción. Brugère, reconocida académica francesa y especialista en estética y arte, ha plasmado su experiencia personal en Desamor. Manual de un retorno a la vida. Tras una ruptura dolorosa, la filósofa buscó un análisis casi quirúrgico del duelo, explorando cómo la pérdida amorosa puede convertirse en un motor de autoconocimiento y transformación.
Filosofía, vulnerabilidad y recuperación emocional
Según Brugère, el duelo amoroso suele llegar de manera repentina, aunque sus raíces se encuentran en señales previas, como discusiones, silencios o aburrimiento. “Examinar la propia vida es importante”, dice, al subrayar que el desamor no es un simple fracaso, sino una prueba que invita a la reflexión sobre nosotros mismos y nuestras relaciones. La filósofa introduce el término “desamar” para describir la experiencia del fin del amor, una perspectiva poco explorada en la filosofía, donde históricamente se ha idealizado la permanencia del afecto.
El proceso de superar un desamor no es lineal. A menudo resurgen recuerdos y emociones intensas, pero con tiempo y apoyo—ya sea profesional, familiar o amistoso—es posible transformar la experiencia negativa en aprendizaje. Brugère enfatiza la importancia de reconstruir la propia vida, reinterpretando la historia personal y utilizando el dolor como oportunidad para crecer y amar mejor en el futuro.
El desapego y la vulnerabilidad forman parte de esta reflexión. La filósofa sostiene que, en la actualidad, la ética del cuidado se ha centrado en la vulnerabilidad humana, no solo por razones emocionales, sino también frente a desafíos socioeconómicos y ambientales. Reconocer la propia fragilidad y la de los demás permite construir relaciones más conscientes y empáticas, fomentando un enfoque que va más allá del individualismo y el éxito personal.
Amor, sociedad y nuevas generaciones
Brugère observa que las generaciones jóvenes enfrentan un mundo cada vez más violento y cambiante, donde el amor y las relaciones afectivas se perciben con cierto escepticismo. Sin embargo, esto no implica falta de compromiso; muchos jóvenes buscan formas de empatía y justicia social, mientras otros se protegen mediante círculos estrechos de afinidad. Esta dualidad refleja cómo las experiencias de desamor y vulnerabilidad se entrelazan con contextos sociales y culturales más amplios.
El duelo amoroso también se transforma en un fenómeno público, influenciado por un “capitalismo emocional” que normaliza las rupturas y las expresiones de dolor. La filósofa señala que tanto hombres como mujeres ahora muestran más abiertamente sus emociones, y que la separación entre lo público y lo privado se difumina, dando lugar a nuevas formas de comprensión y gestión de los afectos.
Para superar el duelo, Brugère recomienda mantener y revitalizar los lazos afectivos. Siguiendo la filosofía de Hume, sugiere que actividades simples, como compartir un juego con amigos, pueden ayudar a reconstruir vínculos y fortalecer el bienestar emocional. La recuperación implica transformar las relaciones existentes y cuidar los lazos que sostienen nuestra vida, recordando que el desamor, aunque doloroso, ofrece oportunidades de crecimiento y liberación personal.
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