Este hongo negro fue descubierto en paredes de Chernóbil y podría estar “curando” la radiación, pues se alimenta de ella y la convierte en energía
El Cladosporium sphaerospermum nos recuerda que la vida puede encontrar maneras sorprendentes de prosperar, incluso en los ambientes más extremos y hostiles.
Un sorprendente sobreviviente de la tragedia de Chernóbil ha desafiado las expectativas científicas.
Este hongo negro, conocido como Cladosporium sphaerospermum, ha demostrado una capacidad única para alimentarse de la radiación, una característica que podría tener implicaciones profundas en varios campos científicos y tecnológicos.
La información de esta nota proviene de un artículo de Forbes publicado en noviembre de 2024.
El descubrimiento en la zona de exclusión de Chernóbil
El desastre nuclear de Chernóbil, ocurrido el 26 de abril de 1986, es recordado como el peor accidente nuclear en la historia humana.
La explosión del reactor número 4 de la Planta Nuclear de Chernóbil creó una zona de exclusión de 30 kilómetros donde la radiación sigue presente décadas después del incidente. Esta área, deshabitada y peligrosa para los seres humanos, se ha mantenido prohibida para la mayoría de la población.
Sin embargo, dentro de esta zona altamente radiactiva, los científicos han descubierto una sorpresa: un hongo negro llamado Cladosporium sphaerospermum.
Este organismo ha prosperado en las paredes del reactor, donde la radiación es más intensa. Lo más impresionante de este hongo es su capacidad para utilizar la radiación como fuente de energía, un proceso similar a la fotosíntesis en plantas.
Cómo la radiación se convierte en energía para el hongo
Cladosporium sphaerospermum pertenece al grupo de hongos conocido como radiotróficos, es decir, organismos que pueden capturar y utilizar la radiación ionizante para impulsar sus procesos metabólicos.
A través de la melanina, el pigmento responsable del color de la piel humana, este hongo absorbe la radiación, lo que le permite crecer en condiciones donde la mayoría de los seres vivos no sobrevivirían.
Aunque no es idéntico a la fotosíntesis, el proceso conocido como radiosíntesis sirve un propósito similar: convertir la energía del ambiente en energía química que sustenta el crecimiento del organismo.
Según un artículo publicado en National Library of Medicine en octubre de 2008, la capacidad de este hongo para utilizar la radiación es una de las adaptaciones más fascinantes que los científicos han observado.
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Implicaciones para la bioremediación
El descubrimiento de Cladosporium sphaerospermum ha generado un renovado interés por los hongos radiotróficos, especialmente por su posible uso en la bioremediación, un proceso en el que los organismos vivos se utilizan para eliminar contaminantes del medio ambiente.
En áreas radiactivas como Chernóbil, donde los métodos de limpieza convencionales son complicados y peligrosos, los hongos como C. sphaerospermum podrían ofrecer una alternativa natural y más segura para reducir los niveles de radiación.
Este hongo ha sido objeto de investigaciones para determinar su efectividad en la descontaminación de sitios radiactivos, especialmente en entornos de difícil acceso.
En 2008, un artículo en FEMS Microbiology Letters sugirió que estos hongos podrían utilizarse para reducir los niveles de radiación en áreas contaminadas, lo que abre nuevas puertas a la biotecnología aplicada al medio ambiente.
C. sphaerospermum en el espacio: Un aliado en la exploración
Más allá de la Tierra, los científicos también están investigando el uso de este hongo en la exploración espacial. El entorno extremo y radiactivo del espacio es uno de los mayores desafíos para las misiones de largo plazo, especialmente en destinos como Marte.
En este contexto, C. sphaerospermum ha sido enviado a la Estación Espacial Internacional (EEI) para estudiar su capacidad para soportar la radiación cósmica.
Los primeros resultados han sido prometedores, sugiriendo que este hongo podría ayudar a proteger a los astronautas de la radiación cósmica.
Los investigadores están evaluando su potencial para crear hábitats resistentes a la radiación o incluso fuentes de alimentos protegidas de la radiación para los viajeros espaciales.
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Adaptación que impulsa la innovación
Además de su capacidad para alimentarse de la radiación, C. sphaerospermum es notablemente resistente a condiciones extremas como bajas temperaturas, altas concentraciones de sal y acidez extrema. Esta resistencia lo convierte en un modelo ideal para estudiar los mecanismos de tolerancia al estrés, lo que podría ser clave para avances en biotecnología y agricultura.
Los genes responsables de esta resiliencia podrían utilizarse en el futuro para desarrollar materiales resistentes a la radiación o cultivos que sobrevivan en climas más hostiles.
Este hongo también ofrece esperanzas para enfrentar desafíos ambientales urgentes. Podría desempeñar un papel en la limpieza de desechos radiactivos y ofrecer soluciones innovadoras a los problemas ecológicos globales.
Lecciones del pasado y el futuro de la ciencia
El Cladosporium sphaerospermum nos recuerda que la vida puede encontrar maneras sorprendentes de prosperar, incluso en los ambientes más extremos y hostiles. Su capacidad para utilizar la radiación como energía no solo cambia nuestra comprensión de la biología, sino que también abre nuevas oportunidades para la ciencia, desde la limpieza del medio ambiente hasta la protección de los seres humanos en el espacio.
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