La deficiencia de hierro: un problema global que afecta a millones
Pese a los avances alimentarios, este trastorno sigue presente y genera impacto en el desarrollo físico y mental de niños y mujeres.

CIUDAD DE MÉXICO.- Aunque el acceso a los alimentos ha mejorado en las últimas décadas, millones de personas siguen padeciendo deficiencias nutricionales que afectan su salud y desarrollo. Una de las más comunes es la falta de hierro, que según investigaciones impacta a una de cada tres personas en el mundo. Se trata de un problema de salud pública que suele pasar desapercibido, pero que conlleva riesgos importantes, especialmente en mujeres y niños.
Una carencia silenciosa pero extendida
Las consecuencias de esta deficiencia incluyen desde fatiga constante y bajo rendimiento intelectual, hasta complicaciones graves durante el embarazo o en los primeros años de vida. Un reporte de Science Focus señaló que, pese a que existen alimentos ricos en hierro, la situación no mejora en muchas comunidades vulnerables. Esto ha llevado a un intenso debate sobre cómo prevenir, detectar y tratar esta condición.
La anemia por falta de hierro —una de sus principales consecuencias— afecta en gran medida a mujeres en edad fértil, embarazadas y niños menores de cinco años. Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que el 31% de las mujeres en edad fértil y el 36% de las embarazadas presentan este problema. En menores de cinco años, la cifra alcanza el 40%.
Niñez y embarazo, los momentos más críticos
En países africanos, la situación es aún más crítica. Un estudio del experto en nutrición Michael Zimmermann, de la Universidad de Oxford, indica que el 70% de los bebés entre 6 y 12 meses tiene anemia por falta de hierro. Esto se debe a demandas fisiológicas específicas: las mujeres pierden hierro durante la menstruación, las embarazadas lo necesitan para el desarrollo fetal, y los niños lo requieren para crecer y desarrollar su cerebro.
El hierro es indispensable para producir hemoglobina y transportar oxígeno en la sangre. Su falta se manifiesta como palidez, fatiga, palpitaciones o dificultad para respirar. Además, durante el embarazo, esta carencia puede provocar partos prematuros, bajo peso al nacer y mayor mortalidad materna e infantil. También puede afectar el desarrollo cerebral del feto.
En niños pequeños, la falta de hierro puede generar retrasos motores y cognitivos, e incluso problemas emocionales y sociales a largo plazo. En adultos, es una de las causas más comunes de discapacidad a nivel mundial. Zimmermann resumió la gravedad del asunto al decir: “Es un problema global importante, muy común, que no desaparece rápidamente y está asociado a mucha discapacidad”.
Diagnóstico y factores que dificultan la absorción
Para confirmar si una persona tiene deficiencia de hierro, se utiliza un análisis de sangre donde el nivel de ferritina actúa como principal indicador. Este valor permite conocer si hay reservas suficientes del mineral en el cuerpo. Especialistas como Ashley Benson y Jamie Lo recomiendan realizar pruebas de rutina en embarazadas y niños, ya que en estos grupos la demanda de hierro es mayor.
No solo una alimentación pobre puede causar este trastorno. Hay otros factores que impiden que el cuerpo absorba bien el hierro, como la inflamación crónica relacionada con la obesidad, enfermedades como la insuficiencia renal o la celiaquía, y ciertos hábitos alimenticios. Las personas vegetarianas, veganas, atletas y quienes donan sangre con frecuencia tienen un mayor riesgo.
Para prevenir esta deficiencia, se aconseja llevar una dieta rica en legumbres, verduras de hoja verde, frutos secos y cereales fortificados. Las personas que consumen carne deben seguir las recomendaciones internacionales y no abusar de la carne roja. También es importante combinar alimentos ricos en hierro con vitamina C, ya que esta mejora su absorción.
Suplementos: ¿cuándo y para quién?
Expertos coinciden en que los suplementos de hierro son útiles cuando ya hay una deficiencia confirmada, pero advierten sobre su uso sin indicación médica. El hematólogo Sant-Rayn Pasricha explicó que si una persona se siente bien pero tiene un nivel bajo de hierro, no hay seguridad de que el tratamiento mejore su estado. Además, en niños sin deficiencia, la suplementación puede afectar el desarrollo cognitivo o el aumento de peso.
Por otro lado, estudios recientes señalan que el exceso de hierro también puede generar efectos negativos, como alterar la microbiota intestinal en los niños y favorecer el crecimiento de bacterias dañinas. Por esta razón, los especialistas insisten en que los suplementos deben recetarse caso por caso, con seguimiento médico.
La American Academy of Pediatrics recomienda que los bebés entre 6 y 12 meses reciban 11 mg de hierro al día, los niños pequeños 7 mg y los de 4 a 8 años unos 10 mg. En bebés alimentados únicamente con leche materna, se sugiere complementar con suplementos desde los cuatro meses de vida.
Síntomas y orientación médica
La deficiencia de hierro, aunque muy común, puede prevenirse y tratarse con una combinación de buena alimentación, chequeos médicos y conocimiento de los síntomas. Entre las señales de alerta están la fatiga persistente, palidez o dificultad para respirar. Ante cualquiera de estos signos, es fundamental acudir al médico.
La automedicación, especialmente en mujeres embarazadas o niños, puede ser riesgosa. Un análisis sencillo de sangre puede brindar información clave para saber si los niveles de hierro están dentro de lo normal y, en caso contrario, indicar el tratamiento adecuado.
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Así, la prevención se convierte en el mejor camino. Una dieta equilibrada, el seguimiento médico regular y la atención a los síntomas pueden marcar la diferencia para millones de personas y evitar consecuencias mayores en la salud física, emocional y cognitiva.
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