¿Qué es la enfermedad de Lyme? Un riesgo creciente con síntomas poco conocidos
Cada año, cerca de medio millón de personas en Estados Unidos son diagnosticadas con la enfermedad de Lyme, una infección transmitida por garrapatas que va más allá de la típica erupción en forma de diana.

CIUDAD DE MÉXICO.- Cada año, casi medio millón de personas son diagnosticadas con enfermedad de Lyme en Estados Unidos, lo que revela su alcance como problema de salud pública. Aunque comúnmente se asocia con una erupción cutánea en forma de diana tras la picadura de una garrapata, esta señal solo aparece en el 20% de los casos. El resto puede experimentar síntomas menos evidentes, lo que dificulta el diagnóstico temprano.
Una infección más común de lo que parece
La enfermedad es provocada por la bacteria Borrelia burgdorferi, transmitida por garrapatas de venado infectadas. En muchos casos, entre una y cuatro semanas después de la picadura aparece alguna lesión cutánea, aunque no siempre con la forma característica. Otros síntomas iniciales se asemejan a los de una gripe: fiebre, dolores musculares, escalofríos e inflamación de ganglios.
Si la infección se detecta en las primeras etapas, un tratamiento con antibióticos como la doxiciclina durante dos o tres semanas suele ser eficaz. Sin embargo, la ausencia de síntomas típicos o la confusión con otras enfermedades puede complicar el diagnóstico, permitiendo que la infección avance y afecte a distintos sistemas del cuerpo.
Complicaciones graves y efectos en el corazón y el cerebro
Cuando no se trata a tiempo, la enfermedad de Lyme puede generar complicaciones cardíacas. En aproximadamente uno de cada cien casos, la bacteria alcanza el corazón, provocando carditis de Lyme, que causa mareos, dolor en el pecho o dificultad para respirar. En situaciones severas, puede interrumpir la comunicación eléctrica entre las cámaras del corazón, y algunos pacientes requieren marcapasos temporales.
También se han documentado efectos sobre el sistema nervioso. La llamada “niebla mental” —dificultad para concentrarse, pensar con claridad o recordar— es uno de los síntomas frecuentes. Pacientes como Kirsten Stein han compartido que olvidaban nombres cercanos o no podían desempeñarse normalmente en el día a día, lo que reflejaba un deterioro progresivo sin explicación aparente.
Otros síntomas neurológicos incluyen parálisis de Bell —una debilidad facial repentina— y problemas oculares como visión borrosa, pérdida parcial de visión o inflamación del nervio óptico. Incluso el oído puede verse afectado: hay reportes de tinnitus, vértigo, pérdida auditiva y problemas de equilibrio relacionados con Lyme.
Impacto en niños y persistencia de la fatiga
En el caso de menores, la artritis suele ser una de las manifestaciones más comunes. Muchos niños llegan a los servicios de urgencias con una rodilla inflamada y sin lesiones aparentes. Aunque el dolor no siempre es intenso, la hinchazón puede limitar el movimiento. Si se identifica correctamente, el tratamiento con antibióticos puede ser suficiente.
Otro de los síntomas persistentes es la fatiga extrema, que a menudo no se relaciona de inmediato con esta enfermedad. Estudios indican que quienes han tenido Lyme tienen entre ocho y quince veces más riesgo de sufrir fatiga moderada o severa. Pacientes como Caitlin Durcan relatan que necesitaban dormir durante el día y no podían mantenerse despiertos más de unas horas, afectando su vida personal y académica.
Los casos de Durcan y Stein muestran cómo la enfermedad puede pasar desapercibida cuando no se presentan signos clásicos como fiebre o erupción. Ambas resaltan la importancia de contar con profesionales médicos que escuchen a sus pacientes y no descarten sus síntomas. En el caso de Durcan, el diagnóstico y tratamiento oportuno le permitió recuperar su salud e incluso volver a la actividad física.
La importancia del diagnóstico temprano
El verano suele ser la temporada con mayor número de casos, por lo que especialistas recomiendan prestar atención a cualquier signo inusual tras estar al aire libre o en contacto con áreas boscosas. La variedad de síntomas puede llevar a diagnósticos erróneos, lo que retrasa el tratamiento y permite que la infección avance.
Expertos como el Dr. Schweig enfatizan no ignorar señales como palpitaciones, que podrían advertir una complicación cardíaca. La Dra. Amy Duckro advierte que la falta de atención médica oportuna puede generar daños irreversibles en el corazón, el cerebro o las articulaciones. De ahí la urgencia de actuar ante los primeros síntomas, incluso si no coinciden con los patrones más conocidos.
Aunque solo una minoría presenta la erupción típica, muchos pacientes desarrollan síntomas graves si no se tratan a tiempo. La fatiga, los trastornos neurológicos y los problemas auditivos pueden llegar a ser incapacitantes. Por ello, tanto médicos como pacientes deben considerar a la enfermedad de Lyme como una posibilidad real ante síntomas persistentes e inexplicables.
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