Dormir en el sillón: riesgos para tu salud que debes conocer
Dormir en el sillón puede parecer una solución rápida después de un día agotador o una forma cómoda de tomar una siesta frente al televisor.

Dormir en el sillón puede parecer una solución rápida después de un día agotador o una forma cómoda de tomar una siesta frente al televisor. Sin embargo, lo que muchos no consideran es que esta práctica, aunque ocasionalmente inofensiva, puede convertirse en un hábito perjudicial con consecuencias importantes para la salud física y mental. Dormir regularmente en un sillón no solo afecta la calidad del sueño, sino que también puede generar problemas musculares, articulares, respiratorios e incluso cardiovasculares. A continuación, te explicamos por qué debes pensarlo dos veces antes de hacer del sillón tu lugar habitual de descanso.
1. Problemas musculares y articulares
Uno de los efectos más comunes de dormir en un sillón es la aparición de dolores en cuello, espalda y hombros. Los sillones no están diseñados para mantener una postura ergonómica durante varias horas seguidas. La falta de apoyo adecuado para la columna vertebral y la rigidez de algunas superficies hacen que el cuerpo adopte posiciones forzadas. Esto puede causar contracturas, rigidez matutina, espasmos musculares y, en casos prolongados, problemas posturales crónicos.
Además, dormir con la cabeza inclinada hacia un lado o con las piernas dobladas en ángulos incómodos puede generar compresión nerviosa, lo que se manifiesta en hormigueo o entumecimiento en las extremidades.
2. Mala calidad del sueño
El sueño en el sillón suele ser más ligero y fragmentado que en una cama. Esto se debe a varios factores: la luz ambiente, el ruido del televisor, la postura incómoda y la imposibilidad de alcanzar fases profundas del sueño (como el sueño REM), que son esenciales para la recuperación física y mental. Como resultado, las personas que duermen regularmente en el sillón pueden sentirse cansadas, irritables o desconcentradas al día siguiente, aunque hayan dormido varias horas.
La privación de un sueño de calidad también está relacionada con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión, obesidad y trastornos del estado de ánimo, como ansiedad o depresión.
3. Problemas respiratorios
Dormir semi sentado o con la cabeza ladeada puede interferir con la respiración adecuada. Las vías respiratorias pueden obstruirse parcial o completamente, lo que favorece la aparición de ronquidos y, en algunos casos, agrava condiciones como la apnea del sueño. En personas con problemas respiratorios preexistentes, como asma o bronquitis, el sueño en el sillón puede empeorar los síntomas al reducir la capacidad pulmonar y dificultar el intercambio de oxígeno.
4. Problemas circulatorios
Otra consecuencia de dormir en una posición poco natural es la mala circulación sanguínea. Sentarse o dormir con las piernas dobladas durante largos períodos puede dificultar el retorno venoso y provocar hinchazón, calambres o incluso trombosis venosa profunda en casos extremos. Las personas mayores o con problemas cardiovasculares deben ser especialmente cuidadosas con este aspecto.
5. Impacto en la salud mental
Dormir mal o de forma incómoda tiene un efecto directo en el estado de ánimo. La fatiga acumulada, la falta de concentración y la irritabilidad pueden generar tensiones en las relaciones interpersonales, afectar el desempeño laboral y reducir la motivación para realizar actividades cotidianas. Además, cuando dormir en el sillón se vuelve una forma de evasión —por ejemplo, por problemas personales o discusiones de pareja— puede ser un síntoma de conflictos emocionales que merecen atención.
6. Riesgo de caídas y lesiones
Los sillones, especialmente los reclinables o los más angostos, no ofrecen una superficie segura para dormir profundamente. El riesgo de caídas durante la noche es mayor, sobre todo en personas mayores o con movilidad reducida. También es común que los niños que se quedan dormidos en el sillón se deslicen o rueden, exponiéndose a golpes o lesiones.
¿Es malo siempre dormir en el sillón?
Dormirse accidentalmente en el sillón una o dos veces al mes probablemente no generará daños importantes. El problema surge cuando esto se convierte en una rutina. Si por alguna razón estás durmiendo allí constantemente —por trabajo, por falta de espacio o por evitar conflictos— es importante encontrar una solución que te devuelva a una cama adecuada. Dormir bien no solo es una necesidad fisiológica, es una inversión directa en tu bienestar a largo plazo.
Consejos si alguna vez necesitas dormir en el sillón
Si por alguna razón no puedes evitar dormir en el sillón, toma en cuenta estas recomendaciones para minimizar los efectos negativos:
- Usa una almohada ortopédica para mantener el cuello alineado.
- Coloca una manta o cobija firme debajo del cuerpo para suavizar superficies duras.
- Evita dormir completamente sentado; intenta reclinar el cuerpo lo más posible.
- Levanta los pies con un banco o cojín para mejorar la circulación.
- Evita dejar el televisor encendido para no alterar los ciclos de sueño.
Dormir en el sillón ocasionalmente puede parecer inofensivo, pero cuando se convierte en hábito, puede tener efectos negativos en tu salud física y mental. La calidad del sueño, la postura y el entorno donde descansamos son fundamentales para mantenernos en equilibrio. La próxima vez que sientas la tentación de dormir en el sillón, recuerda que tu cuerpo y tu mente agradecerán que te tomes el tiempo de moverte a la cama.
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