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¿Cómo se puede reducir la presencia de microplásticos en nuestra vida diaria?

Aunque lleves una vida saludable, podrías estar ingiriendo miles de microplásticos cada semana sin darte cuenta.

¿Cómo se puede reducir la presencia de microplásticos en nuestra vida diaria?

CIUDAD DE MÉXICO.- Aunque lleves un estilo de vida saludable, libre de ultraprocesados y con alimentos orgánicos, es probable que estés ingiriendo miles de partículas invisibles cada semana. Se trata de los microplásticos: diminutos fragmentos provenientes del desgaste de envases, ropa sintética y muchos productos de uso cotidiano. Estas partículas están presentes en el aire que respiramos, el agua que bebemos y hasta en los alimentos que llegan a nuestra mesa.

Pequeñas partículas, gran presencia

Los microplásticos han sido detectados incluso en zonas remotas del planeta y, según diversos estudios, ya forman parte del cuerpo humano. La preocupación científica crece, aunque aún no existe un consenso definitivo sobre sus efectos a largo plazo en la salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló en 2022 que se necesitan más investigaciones, pero varios estudios advierten que podrían inducir inflamación, afectar el sistema inmunológico y alterar el equilibrio hormonal por la presencia de químicos como ftalatos y bisfenoles.

Además, algunos especialistas han señalado una posible relación entre el consumo de microplásticos y ciertos tipos de cáncer, como el de colon. Aunque aún está en estudio, el dato ha encendido alarmas en la comunidad médica y científica, impulsando investigaciones más profundas sobre sus efectos en el organismo humano.

El planeta también respira plástico

Más allá de su impacto en las personas, los microplásticos también dañan el medio ambiente. Han sido hallados en ecosistemas marinos profundos, lo que demuestra que ni los lugares más alejados están libres de esta contaminación. Su presencia afecta directamente a la fauna marina, que puede ingerir estas partículas creyendo que son alimento, y así comienzan a subir por la cadena alimentaria.

Esto no solo pone en riesgo la biodiversidad, sino también la seguridad alimentaria, ya que los humanos terminan consumiendo productos del mar contaminados. En este contexto, el plástico deja de ser un simple residuo para convertirse en un agente que altera todo el equilibrio ecológico.

La situación plantea un reto urgente para los gobiernos, las industrias y la ciudadanía. Mientras tanto, algunas recomendaciones pueden ayudar a reducir la exposición individual a los microplásticos, sin necesidad de cambios drásticos ni costosos.

Pequeños hábitos, gran impacto

Aunque eliminar completamente los microplásticos de nuestra vida cotidiana es casi imposible, reducir su presencia sí es posible con cambios sencillos. Por ejemplo, preferir agua filtrada del grifo en lugar de embotellada puede disminuir de forma considerable la ingesta anual de partículas plásticas. También se recomienda evitar calentar alimentos en recipientes de plástico, optando mejor por vidrio o cerámica.

Otras acciones incluyen utilizar tazas personales en lugar de vasos desechables, consumir menos productos ultraprocesados y cambiar ciertos hábitos de lavandería, como usar bolsas especiales para ropa sintética o preferir prendas de fibras naturales. Además, reducir el uso de plásticos de un solo uso —como bolsas, envolturas y utensilios— tiene un efecto positivo tanto para la salud como para el planeta.

Aunque la responsabilidad principal recae en las empresas que fabrican y distribuyen plásticos de forma masiva, adoptar prácticas más conscientes es una forma de autocuidado y también una muestra de responsabilidad colectiva. Vivimos rodeados de plástico, pero no estamos condenados a digerirlo. Cambiar nuestros hábitos es un paso necesario para protegernos y prolongar la salud del mundo que habitamos.

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