¿Por qué algunas mujeres en la menopausia sienten el hombro “congelado”? Aquí te contamos más sobre este síndrome

CIUDAD DE MÉXICO.- Acciones tan simples como alcanzar un estante, atarse el cabello o levantar los brazos pueden volverse difíciles para muchas mujeres a partir de los 40 años. Este cambio, que suele sorprender a quienes lo experimentan, se relaciona con los primeros signos de la transición hacia la menopausia. Entre las dolencias más frecuentes en esta etapa se encuentra la capsulitis adhesiva, conocida comúnmente como “hombro congelado”.

Un dolor que limita la vida cotidiana

Este trastorno musculoesquelético provoca dolor persistente y rigidez en la articulación del hombro, afectando de manera desproporcionada a mujeres en la mediana edad. Según National Geographic, esta condición está adquiriendo mayor visibilidad debido a su impacto en la calidad de vida y a la necesidad de mejorar su diagnóstico desde una perspectiva más equitativa y con enfoque de género.

La enfermedad avanza en tres fases: en la primera, el dolor aumenta progresivamente, sobre todo en las noches; en la segunda, el dolor disminuye pero la rigidez se intensifica, y en la última etapa, se recupera parte de la movilidad. Este proceso puede durar de uno a tres años, y en algunos casos la recuperación total no llega.

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Factores hormonales y sesgos médicos

Diversos estudios estiman que entre el 2% y el 5% de la población padece capsulitis adhesiva, siendo mucho más común entre mujeres de entre 40 y 60 años. Cerca del 75% de los casos se presentan en mujeres, y se calcula que una de cada cuatro desarrolla algún grado de discapacidad funcional durante la menopausia. Esto se relaciona con la caída de los niveles de estrógenos, que afecta negativamente a músculos y articulaciones.

A pesar de su frecuencia, el hombro congelado fue durante años una afección poco comprendida. Según la cirujana ortopédica Jocelyn Wittstein, el hecho de que la mayoría de los especialistas no experimenten la menopausia contribuyó a minimizar la urgencia de tratar estos casos. De ahí la importancia del término “síndrome musculoesquelético de la menopausia”, propuesto recientemente para englobar síntomas como el dolor articular, la pérdida muscular y el avance de la osteoartritis.

Las mujeres menopáusicas enfrentan además barreras para recibir diagnósticos precisos, lo que puede retrasar el tratamiento. Estudios como los publicados en Climacteric y Journal of Clinical Medicine destacan la necesidad de reconocer estos síntomas como parte de una condición médica específica y no como molestias pasajeras.

Tratamiento oportuno y estrategias actuales

El diagnóstico del hombro congelado se basa en la historia clínica y la evaluación física comparativa de ambos hombros. Radiografías, resonancias o ecografías ayudan a descartar otras afecciones y a confirmar el cuadro. Intervenir en las primeras fases mejora el pronóstico y puede acortar el tiempo de recuperación, especialmente si se aplica fisioterapia combinada con técnicas como la hidrodilatación guiada por ecografía.

Hoy en día, el tratamiento incluye varias opciones: ejercicios de movilidad, analgésicos, antiinflamatorios, corticoides y, en casos más graves, cirugía. Sin embargo, la fisioterapia sigue siendo el pilar principal. La clave está en mantener un compromiso constante con la rehabilitación, algo que, aunque desafiante, puede marcar la diferencia en la recuperación.

Una de las alternativas más prometedoras es la hidrodilatación, un procedimiento que consiste en inyectar una solución en la articulación para expandir la cápsula del hombro. Cuando se aplica de forma temprana y se complementa con fisioterapia, los resultados suelen ser favorables.

Terapias complementarias y nuevos enfoques

Otra opción que gana terreno es la terapia de reemplazo hormonal (TRH), que podría prevenir o aliviar los síntomas musculoesqueléticos asociados a la menopausia. No obstante, esta alternativa debe ser evaluada de forma individual, ya que no todas las mujeres pueden acceder a ella o tolerarla de la misma manera.

El acceso temprano a tratamientos adecuados sigue siendo una deuda pendiente. Muchas mujeres ven retrasado su diagnóstico porque su dolor se subestima o se atribuye erróneamente al envejecimiento común. Esto no solo prolonga el sufrimiento, sino que también limita las posibilidades de una recuperación efectiva sin necesidad de cirugía.

El avance en la investigación ha permitido mejorar el abordaje del hombro congelado. Revistas como Climacteric proponen además complementos como el ejercicio de resistencia y la suplementación con vitamina D, magnesio y vitamina K2, útiles para preservar la salud ósea y muscular en esta etapa.

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Reconocimiento médico y conciencia social

Reconocer al hombro congelado como parte de un síndrome musculoesquelético vinculado con la menopausia ha sido clave para ampliar la investigación clínica y mejorar el enfoque terapéutico. Una nueva generación de especialistas en salud femenina está impulsando una atención más empática, informada y basada en evidencia.

Los beneficios de un enfoque integral ya se hacen notar. Además de tratar el dolor, se busca preservar la calidad de vida y la autonomía funcional de las mujeres en una etapa de grandes cambios físicos. El ejercicio personalizado, las terapias no invasivas y la valoración oportuna de la salud hormonal son hoy pilares fundamentales del tratamiento.

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Con una mayor conciencia médica y social, el hombro congelado ya no tiene por qué ser un obstáculo silencioso. Al entender mejor sus causas y abordar sus síntomas a tiempo, es posible enfrentar esta afección con más herramientas, menos dolor y mejores resultados para las mujeres que la padecen.