Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Lo Curioso / Arte

Retrato de Martín Zapater de Goya revela una amistad intensa que ha dado pie a todo tipo de teorías

Goya y Zapater se conocieron en la escuela y mantuvieron una correspondencia abundante durante más de cuatro décadas.

Retrato de Martín Zapater de Goya revela una amistad intensa que ha dado pie a todo tipo de teorías

Francisco de Goya no solo fue un maestro del pincel, sino también un hombre profundamente conectado con sus afectos. Uno de los más significativos fue Martín Zapater (1747–1803), su “amigo del alma” desde la infancia, a quien retrató en al menos tres ocasiones. Pero más allá del arte, lo que ha fascinado a historiadores y curiosos es la relación personal entre ambos: una amistad tan intensa que ha dado pie a múltiples interpretaciones, incluidas algunas bastante atrevidas.

43 años de cartas y confidencias

Goya y Zapater se conocieron en la escuela y mantuvieron una correspondencia abundante durante más de cuatro décadas. Estas cartas, que han llegado a manos de los biógrafos del pintor, son un festín para quienes buscan entender la personalidad del artista. Contienen faltas de ortografía notables (como un entrañable «ay ba eso»), algunas groserías directas («bete a la mierda») y, lo que más ha llamado la atención, declaraciones apasionadas que han levantado cejas por generaciones.

Algunos fragmentos sugieren un vínculo emocional más profundo de lo que comúnmente se asocia con la amistad de la época:

«Todo tuyo y retuyo y siempre porque te requiero, tu Repaco».«Ben, ben luego que ya he compuesto el cuarto que hemos de vivir juntos y dormir (remedio que echo mano cuando me asaltan mis tristezas)».«Con tus cartas me prebalico… me arrebataría a irme contigo porque es tanto lo que me gustas y tan de mi genio que no es posible encontrar otro».

¿Es esto una prueba de amor romántico entre ambos? ¿Un lenguaje afectuoso típico del siglo XVIII? ¿O simplemente una amistad sin filtros? Las respuestas varían según el autor, y no pocos estudiosos han sugerido que podría tratarse de una relación homoafectiva, en una época en la que tales vínculos no podían nombrarse con libertad.

El retrato: más que una imagen, una declaración

En el retrato que Goya realiza de Martín Zapater, podemos ver más que una imagen. El artista logra capturar la esencia de su amigo: una sonrisa apenas insinuada, unas cejas marcadas y una nariz prominente que él mismo, en tono bromista, llamó «narigón de mierda». Pero sobre todo, destaca la mirada, esa puerta al alma donde quizás Goya quiso guardar todo lo que no podía decir con palabras.

El cuadro, más allá de su valor artístico, se convierte así en una especie de testimonio emocional. Es un gesto íntimo, uno que el espectador no puede evitar contemplar con cierta curiosidad.

Te puede interesar: Repin explora el movimiento y la composición dinámica en su representación del Hopak ucraniano

¿Importa realmente?

Al final, si su relación fue de amistad, de amor o de deseo es algo que probablemente nunca sabremos con certeza. Pero sí sabemos que esta conexión marcó profundamente la vida del pintor. Zapater fue su confidente, su consuelo y quizá su refugio. El resto es especulación.

Con información de HA!

Sigue nuestro canal de WhatsApp

Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí

Temas relacionados