Los microplásticos podrían alterar el ciclo del sueño de manera similar a la cafeína, según estudios recientes
La investigación mostró que estos compuestos, presentes en objetos cotidianos y productos médicos, provocan un desfase de hasta 17 minutos en el ciclo de sueño y vigilia.

CIUDAD DE MÉXICO.- Durante décadas, el uso del plástico ha sido sinónimo de practicidad y modernidad. Sin embargo, una investigación publicada en Environmental International revela una consecuencia poco conocida: algunos químicos presentes en plásticos comunes pueden interferir con el reloj interno del cuerpo humano. Según el estudio, este efecto podría alterar el ritmo circadiano de manera similar a la cafeína.
Un hallazgo inesperado sobre objetos de uso cotidiano
Los científicos analizaron compuestos químicos extraídos de una sonda médica de cloruro de polivinilo (PVC) y de una bolsa de hidratación hecha con poliuretano. En pruebas realizadas en células humanas, detectaron un desfase de hasta 17 minutos en el reloj biológico, una alteración que, aunque parece leve, tiene efectos importantes en la sincronización de procesos fisiológicos clave.
Martin Wagner, coautor del estudio y experto en toxicología del plástico, explicó que el ritmo circadiano es fundamental para la salud general. Su desajuste puede aumentar el riesgo de padecer trastornos del sueño, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, disfunciones del sistema inmunológico e incluso ciertos tipos de cáncer.
El mecanismo detrás de la alteración
A diferencia de otros estudios centrados en los efectos hormonales de químicos como el bisfenol A, esta investigación se enfocó en el receptor de adenosina, una proteína cerebral que regula el ciclo de sueño y vigilia. Este receptor es el mismo que bloquea la cafeína, lo que prolonga el estado de alerta. Pero en este caso, los químicos de los plásticos activan el receptor de forma inapropiada.
El resultado es paradójico: al activarse indebidamente, el receptor envía señales confusas que retrasan la preparación del cuerpo para dormir. Según Wagner, cuando el receptor funciona correctamente, envía un mensaje claro de “es hora de comenzar el día”, pero la interferencia química distorsiona esa señal natural.
Una diferencia importante es que este mecanismo actúa más rápidamente que las alteraciones hormonales conocidas hasta ahora. La ruta del receptor de adenosina tiene un impacto más directo en funciones neurológicas y conductuales, lo que plantea nuevas preocupaciones sobre la exposición cotidiana a estos materiales.
Una exposición más común de lo que parece
Los plásticos estudiados no solo se encuentran en entornos médicos o deportivos. El PVC y los poliuretanos están presentes en juguetes, envases, ropa, cortinas y muebles, lo que significa que millones de personas están expuestas a sus compuestos de forma casi constante. Además, muchos de estos químicos no se añaden de forma intencional, sino que son subproductos del proceso industrial.
Esta complejidad en la composición dificulta su regulación. Un solo producto de PVC puede contener hasta 8,000 compuestos diferentes, lo que hace que rastrear y controlar los efectos de cada uno sea una tarea complicada. Aun así, los investigadores buscan identificar cuáles son responsables de las alteraciones circadianas para iniciar cambios en el diseño de los plásticos.
Aunque el estudio se realizó en laboratorio, sus implicaciones podrían ser significativas. El reloj biológico controla funciones esenciales como la presión arterial, la liberación hormonal y la respuesta inmunitaria. Incluso variaciones pequeñas, como los 17 minutos registrados, pueden afectar la salud a largo plazo si se repiten de manera constante.
Llamado a una transformación en la industria del plástico
La siguiente etapa del estudio se enfocará en peces cebra, un modelo animal con similitudes al sistema nervioso humano, para evaluar si los efectos observados en laboratorio también se presentan en organismos vivos. Esta comprobación permitiría comprender mejor los riesgos reales de estos químicos.
Mientras tanto, los autores del estudio hicieron un llamado a rediseñar los plásticos desde su formulación. Sugieren que la evidencia acumulada debe usarse como base para presionar a gobiernos e industrias a limitar el uso de sustancias que puedan alterar el funcionamiento biológico humano.
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En sus conclusiones, los científicos advierten que los plásticos no son tan inofensivos como parecen y que es necesario repensar su producción. La investigación se suma a un creciente cuerpo de evidencia que vincula a estos materiales con efectos tóxicos diversos, lo que podría impulsar futuras regulaciones en materia de salud y medio ambiente.
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