¿Por qué hay tanta gente fascinada por el terror?
La gente que tenía puntajes altos en una dimensión de la personalidad llamada ‘imaginación intelectual’, también conocida como ‘apertura a experiencias’, eran las que más probabilidades tenían de ser fans del terror.
Pocos somos ajenos a ese sentimiento que invade y toma el control de todo nuestro cuerpo, llevándonos a hacer cosas tan absurdas como escondernos tras un cojín o gritar como pidiendo auxilio ante un peligro que sabemos que no existe. Desde muy temprana edad, rara vez falta alguien que nos introduzca a las historias de horror.
Algunos no encuentran nada placentero en esa sensación y la experiencia les sirve como lección: hay que evitar cualquier expresión cultural que lleve esa etiqueta. Pero otros la disfrutan y no solo son muchos, sino tan aficionados que hay industrias enteras que existen para satisfacerlos. ¿Por qué hay gente a la que le gusta que la asusten?, le preguntó la radioescucha Heidi Dockerty al programa de la BBC “Los casos curiosos de Rutherford y Fry”, quienes fueron en pos de la respuesta.
Orígenes del Horror
No es difícil imaginar a los primeros Homo sapiens apareciendo de la nada y lanzando un “¡Bu!” (o el equivalente), seguido de carcajadas al ver a su inocente víctima saltar del susto. Luego viene la rica historia de tradición oral, que hasta la actualidad, en todas las culturas, tiene sus joyas terroríficas para contar en las noches oscuras.
Como género literario, según el danés Mathias Classen, autor de “Por qué el horror seduce”, si le preguntas a expertos en el tema “la mayoría te contestará que empezó con la publicación de un libro llamado ‘El castillo de Otranto’, poco antes de la Navidad de 1764″. Escrito por el inglés Horace Walpole, es considerada como la primera novela gótica y la novela gótica es la precursora de lo que hoy llamamos ‘terror’.
El horror realmente es producto de la época en la que se crea.
Son un espejo de la sociedad. Si estudias el pasado a través de las historias de horror que la gente contaba, sabrás cuáles eran los grandes retos y los grandes miedos del momento”, explica la socióloga Margee Kerr, quien se especializa en el estudio del miedo.
Por ejemplo, los grandes filmes de monstruos de mediados del siglo XX fueron creados cuando estábamos pensando en explorar el espacio, y la idea de que había un gran universo desconocido allá afuera estaba muy presente. “Godzilla, por ejemplo, fue creada en Japón poco después de la bomba atómica, cuando no sabíamos qué iba a suceder, cómo cambiaría el entorno, de manera que la idea de que potencialmente un lagarto pudiera desarrollarse en un enorme monstruo era una amenaza real”.
Sin embargo, nada de esto nos explica aún por qué hay gente a la que le gusta sentarse a ver algo que saben que los va a hacer sentir absolutamente aterrorizados.
Esa es la gran pregunta. Es la paradoja del horror: por qué hay gente que voluntariamente busca el tipo de entretenimiento que está diseñado explícitamente para evocar emociones negativas en ellos”, contesta el experto Classen.
Muchos de nosotros disfrutamos viendo películas de terror sabiendo que las fuertes respuestas fisiológicas y emocionales no indican realmente que estamos en peligro; así que nos regodeamos de sentir el pulso acelerado, las palmas sudorosas, piel de gallina y todo lo demás sin problema.
Probablemente la respuesta fisiológica más famosa al terror sea el salto. “Estrictamente hablando se trata del reflejo del susto, sobresalto o reacción de alarma y, de cierta manera, es más sorpresa que miedo, pero el miedo a menudo está involucrado”, explica la psicóloga Claudia Hammond.
Lo puedes ver en los bebés, cuando algo los sorprende, saltan. Si una película te pone nervioso y va aumentando el suspenso... algo va a pasar, algo va a pasar y, de repente, pasa: ese es el momento en el que saltas, de hecho, aún más alto pues te han estado preparando para que lo hagas.
Nos queda todavía una duda: por qué hay unas personas que disfrutan las historias de terror y otras no. “Quisimos averiguar si había aspectos de la personalidad que pudiera ayudarnos a responderla, así que hicimos un estudio en el que reclutamos a casi 1.200 estadounidenses y les hicimos una gran cantidad de preguntas sobre su relación con el género del terror. También obtuvimos el perfil de personalidad de cada uno de ellos”, comenta Classen.
Lo que encontraron fue que la gente que tenía puntajes altos en una dimensión de la personalidad llamada ‘imaginación intelectual’, también conocida como ‘apertura a experiencias’, eran las que más probabilidades tenían de ser fans del terror, lo que indica que quienes disfrutan de historias de horror son personas que, en general, disfrutan la estimulación intelectual, que son curiosos artística y estéticamente.
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Así que, ¿a cuál de esos dos grupos perteneces? ¿A los que tienen imaginación intelectual y son estéticamente curiosos o a los mejor educados? La fascinación por el terror es un fenómeno complejo que combina aspectos históricos, culturales, psicológicos y biológicos, y continúa siendo un área rica para la investigación y el análisis.
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