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Cosas raras que casi todos hacemos a diario pero no lo admitimos

Desde reiniciar una canción favorita hasta fingir interés en un producto en el supermercado, estos comportamientos reflejan aspectos compartidos de la experiencia humana

Cosas raras que casi todos hacemos a diario pero no lo admitimos

MÉXICO.- En nuestra rutina diaria, existen pequeñas acciones y pensamientos que, aunque comunes, rara vez reconocemos en voz alta.

Desde reiniciar una canción favorita hasta fingir interés en un producto en el supermercado, estos comportamientos reflejan aspectos compartidos de la experiencia humana.

Reiniciar canciones favoritas justo a la mitad para disfrutarlas más es una práctica habitual, así como procrastinar hasta el último minuto para encontrar la motivación necesaria.

Cuando somos niños, muchos pensamos que nuestros padres son superhéroes, una percepción que cambia con el tiempo.

Otro comportamiento común es caminar por la casa mientras hablamos por teléfono, una acción que realizamos sin pensarlo.

El cumpleaños, que de pequeños es una celebración maravillosa, se transforma con los años en un momento incómodo. En el supermercado, solemos fingir interés en productos para no parecer intrusos ante otras personas.

A la hora de buscar estacionamiento, bajar el volumen de la música para “ver mejor” es algo que muchos hacemos, aunque no tenga una lógica aparente.

Cargar el celular lo suficiente para poder usarlo en la cama, sentir ansiedad al pasar por los sensores de seguridad de los centros comerciales, o recordar cómo los parques y resbaladillas parecían más grandes en la niñez, son experiencias que compartimos.

Asimismo, es común “teletransportarse” mentalmente mientras manejamos o usamos el transporte público, llegando a nuestro destino sin recordar el trayecto.

Enfrentarse a matemáticas básicas, como verificar si 2 + 2 sigue siendo 4, o alegrarse de una calificación mejor de lo esperado aunque siga siendo mala, son ejemplos de cómo gestionamos nuestras expectativas y miedos.

Los retos absurdos como evitar pisar las líneas del pavimento y descansar tras tareas cortas viendo memes son pequeñas satisfacciones diarias.

Morder el cierre de la chamarra, raspar la pintura de las paredes, y mantener el palito del helado en la boca, son actividades que de niños nos mantenían ocupados.

De adultos, regalar algo a una pareja puede venir acompañado de un cálculo mental del gasto, y mantener discusiones imaginarias con argumentos contundentes es una práctica común.

La costumbre de llamar “amigo” a alguien cuyo nombre olvidamos, el ciclo de tomar descansos del internet en la computadora para usar el celular, y pretender considerar un producto caro en una tienda, reflejan nuestra adaptabilidad social.

Fingir risas en conversaciones y hablar con nuestras mascotas con una voz especial son hábitos que mantenemos sin cuestionar.

Caminar junto a una valla golpeándola con la mano, cantar en la ducha creyéndonos cantantes profesionales, y el incómodo baile al esquivar a alguien en la calle, son pequeñas teatralidades cotidianas.

Limpiarnos la nariz o rascarnos disimuladamente, caernos en la calle y levantarnos rápido para evitar miradas, y presionar teclas a lo loco cuando la computadora se traba, son reflejos automáticos.

No comer hasta encontrar el contenido perfecto en Netflix o YouTube, evitar anuncios en videos, y sentirnos observados por guardias de seguridad, son situaciones que nos conectan en la vida moderna.

Cruzar la calle apresuradamente cuando alguien nos da el paso, releer una página por falta de atención, salir mal en fotos grupales, recoger objetos con los dedos de los pies, y sacar la comida del microondas antes de que termine el tiempo, son comportamientos que evidencian nuestra ansiosa naturaleza.

En la ducha, jugar a ser Avatar con el agua y lamemos la tapa del yogur antes de tirarla, son actos que reflejan nuestro lado más lúdico y goloso.

La obsesión por seguir a nuestro crush en redes sociales confirma que, en esencia, somos unos stalkers consumados.

Así, las pequeñas manías y hábitos que todos compartimos, aunque no siempre admitamos, son parte de lo que nos hace humanos. ¿Y tú, qué otras cosas crees que hacemos y pensamos todos?

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