MÉXICO.- En las profundidades de los mares árticos y subárticos, se encuentra un mamífero marino cuya inteligencia y habilidades de comunicación desafían nuestra comprensión de la cognición animal: la beluga, conocida también como el ‘canario del mar’.

Este cetáceo, con su distintivo color blanco y su frente prominente, no solo ofrece un espectáculo visual, sino que también es un prodigio de la naturaleza.

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Vamos a profundizar en la inteligencia de la beluga.

El cerebro esponjoso de la beluga: el cerebro de la beluga está contenido en una estructura esponjosa conocida como ‘melón’. Esta peculiaridad les permite emitir una amplia gama de sonidos y ubicarse en su hábitat. A pesar de carecer de cuerdas vocales, las belugas se comunican a través de los sacos nasales alrededor de su espiráculo, utilizando el ‘melón’ para enfocar y proyectar señales sonoras bajo el agua, lo que les sirve como un GPS natural para la ecolocalización.

Geolocalización y hábitat: las belugas tienen una distribución circumpolar, habitando exclusivamente en el hemisferio norte. Se les puede encontrar cerca de bahías, fiordos y estuarios, lugares que prefieren por ser poco profundos. Durante el verano, se ubican principalmente en aguas de baja profundidad en las costas de Alaska, norte de Canadá, oeste de Groenlandia y norte de Rusia.

Comparación de inteligencia con los humanos: En términos de tamaño y complejidad, el cerebro de las belugas es notable. Pesan alrededor del doble que el cerebro humano y tienen más del doble del tamaño esperado para un mamífero de su peso corporal. Su neocórtex, la parte del cerebro involucrada en el pensamiento analítico y la comunicación, tiene incluso más pliegues que el cerebro humano, lo que sugiere una capacidad de procesamiento posiblemente superior.

La inteligencia de las belugas, manifestada en su curiosidad, habilidades de resolución de problemas y comunicación, nos recuerda la complejidad de la vida marina y la importancia de preservar estos seres fascinantes y sus ecosistemas.